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Crítica de La alta sociedad. Caricaturesca comedia repleta de situaciones y personajes absurdos, blasfemos e insolentes

Puntuación:

Una pieza de autor porque parece que ha reinado la libertad de Bruno Dumont para hacer algo que desde luego no va dejar indiferente a nadie con este excéntrico proyecto que o te apasiona su surrealismo o lo detestas, eso sí en ambos casos es aceptable porque no deja de ser arriesgado y valiente

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El 21 de abril llega a las pantallas La alta sociedad, película francesa de época situada a finales del XIX, principios del XX.

La alta sociedad es una comedia sin demasiadas pretensiones en principio, original en la trama y arriesgada al final, con un elenco importante de actores que interpretan personajes exagerados y muy cómicos que vertebran con éxito el metraje.

Crítica de La alta sociedad

Esta rocambolesca película repleta de situaciones y personajes absurdos, blasfemos e insolentes que la hacen divertida y a la vez curiosa y en algunos momentos incluso te hace exasperar es el motor que Bruno Dumont nos quiere trasmitir en La alta Sociedad.

En la Bahía Slack la familia de pescadores Bréfort ve como su paz se ve alterada por la llegada de turistas a la zona, turistas de la alta sociedad francesa que se pasean con sus coches y habitan las grandes villas que por allí florecen. La familia noble Van Peteghem ve como su hija se enamora de uno de los hijos del pescador y esto provocará las reticencias de ambas. Por otro lado dos policías buscan a personas desaparecidas en extrañas condiciones por la zona. Tanto unos como otros darán sustancia a esta irreverente película.

En realidad es una caricatura, con personajes exagerados en su actuación como el caso de Fabrice Luchini que sobreactúa con mucha gracia. Juliette Binoche que tiene un papel muy correcto e increchendo o los cómicos policías que recuerdan a los afamados Laurel and Hardy donde el gordo está constantemente por el suelo, mientras las mujeres se pavonean con esos trajes sacados de los cuadros de Sorrolla consiguiendo quizás con la mejor de las intenciones por el fotógrafo Guillaume Deffontaines que en algunos fotogramas se vean los cuadros del pintor valenciano y esa luz mediterránea.

Una pieza de autor porque parece que ha reinado la libertad de Bruno Dumont para hacer algo que desde luego no va dejar indiferente a nadie con este excéntrico proyecto que o te apasiona su surrealismo o lo detestas, eso sí en ambos casos es aceptable porque no deja de ser arriesgado y valiente por su parte hacer algo tan loco.

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