Puntuación
Gray se esmera en el acabado visual y técnico del conjunto, donde destacan especialmente la maravillosa fotografía del iraní Darius Khondji, responsable del look visual de muchas películas de Woody Allen y Michael Haneke, y del espléndido trabajo a la hora de crear el vestuario de principios del siglo XX de la española Sonia Grande. Se beneficia, además, del buen trabajo interpretativo de Charlie Hunnam, creíble como el mítico explorador, y una estupenda Sienna Miller.
Pausada y elegante película de aventuras que refleja la obsesión del británico Percy Fawcett por encontrar una mítica población en la selva del Amazonas.
James Gray es un director estadounidense que evoca con su filmografía muchas de las constantes de aquel cine americano que floreció en los años setenta, donde los ingredientes de los largometrajes de género se mezclaban con un carácter más reflexivo, propio de las producciones del viejo continente. Las cintas del neoyorquino se caracterizan también por la importancia que tiene el peso de la familia y las relaciones sentimentales en el comportamiento de sus protagonistas. Ahí están para demostrarlo títulos como Cuestión de sangre, La otra cara del crimen, La noche es nuestra, Two Lovers o El sueño de Ellis.
Z, la ciudad perdida, basada en el libro homónimo de David Grann, puede parecer un mero trabajo de encargo, pero atesora más elementos personales si profundizamos un poco. La obstinación de Percy Fawcett, un militar empeñado en encontrar una mítica y ancestral metrópoli en medio de la selva, nos remite en más de una ocasión a esos tipos deseosos de aventura y empeñados en realizar hazañas imposibles tan queridos por Werner Herzog, un cineasta alemán que vivió una de sus mayores etapas de esplendor en los años setenta, la década cinematográfica favorita de Gray. Por otra parte, algo en esa expedición que se adentra en la pesadilla recuerda lejanamente a Apocalypse Now. Francis Ford Coppola, un realizador que ha mezclado perfectamente las grandes producciones típicamente hollywoodienses con un concepto de autoría propio del cine europeo, vuelve a estar muy presente en el trabajo del norteamericano, que pretende ser casi una prolongación del mítico director de El padrino.
Dejando a un lado las referencias, el estadounidense vuelve a interesarse por la influencia de los lazos de sangre a la hora de impulsar las acciones de sus protagonistas. La mujer y los hijos de Fawcett acaban siendo determinantes en su comportamiento, frenándole en sus ansias de aventura y, finalmente, impulsándole a realizarlas.
Como ocurriera en otras ocasiones, Gray se esmera en el acabado visual y técnico del conjunto, donde destacan especialmente la maravillosa fotografía del iraní Darius Khondji, responsable del look visual de muchas películas de Woody Allen y Michael Haneke, y del espléndido trabajo a la hora de crear el vestuario de principios del siglo XX de la española Sonia Grande. Z, la ciudad perdida se beneficia, además, del buen trabajo interpretativo de Charlie Hunnam, creíble como el mítico explorador, y una estupenda Sienna Miller, que da vida a su comprensiva y amada esposa.
Por el contrario, un blando Robert Pattinson no convence a la hora de dar vida al barbudo acompañante del protagonista. La película se resiente también de un ritmo irregular y un guion con excesivos elementos melodramáticos que no siempre encajan bien en el tono aventurero que respira gran parte del filme.
El resultado es un curioso largometraje que pretende casi de manera deliberada desvincularse del cine comercial de la segunda década del siglo XXI para emparentarse con aquellas cintas del Nuevo Hollywood que intentaron cambiar la meca del séptimo arte con unas producciones donde se hermanaran espectáculo y reflexión.