Puntuación:
Eficaz cinta de terror familiar que triunfa cuando apuesta por la creación de una atmósfera malsana y patina al acudir al efectismo más barato.
El director británico Ridley Scott acertó al racionar las apariciones de su horrible criatura en Alien, el octavo pasajero. En la mayoría de los casos, el monstruo solamente se veía parcialmente o, simplemente, se intuía su presencia. El efecto en el espectador era mucho mayor que si se le hubiera enseñado de manera más explícita.
Crítica de Un lugar tranquilo
Los mejores momentos de Un lugar tranquilo parecen responder a esta misma idea. El actor y director John Krásinski opta en gran parte de los casos por hacernos elucubrar sobre la cercanía del monstruo y nos hace participes de los temores de la familia protagonista, que evita todo lo posible hacer cualquier ruido que pudiera atraer a los particulares devoradores de carne humana.
No obstante, especialmente en su último tercio, la cinta traiciona este recurso al enseñarnos con todo lujo de detalles al espantoso ser, un mal cruce de otros engendros vistos en las últimas décadas.
Por otro lado, el filme no va más allá de explotar hasta el límite su premisa inicial: un clan tiene que sobrevivir en un planeta Tierra infectado de entes que cazan a sus presas cuando éstas sobrepasan el ruido ambiental.
Es cierto que el realizador sabe estirar este punto de partida de manera más o menos astuta, utilizando sabiamente el sonido, y cuenta para ello con un reparto por encima de la media, pero también lo es que, pese a algún ingrediente melodramático, la cinta se convierte en una mera sucesión de momentos de suspense. Tampoco ayuda demasiado a lograr que la película vaya más allá del eficaz producto comercial el algo manido recurso al susto más efectista.
En definitiva, Un lugar tranquilo es una más que entretenida muestra de terror familiar que pone de manifiesto la habilidad para el género de su máximo responsable, director de las más realistas Entrevistas breves con hombres repulsivos o Los Hollar. Por otra parte, constata el inmenso talento de Millicent Simmonds, una jovencísima actriz sorda a la que hemos visto en Wonderstruck. El museo de las maravillas, que consigue brillar sobre los competentes trabajos adultos del propio Krásinski y la británica Emily Blunt.