La inauguración de DocumentaMadrid 2018 corrió a cargo del director mexicano Pedro González-Rubio con Antígona, basada en la tragedia griega de Sofocles.
Una cinta que contada años atrás contiene mucho de actualidad, de reivindicación de la mujer y de lo humano, de exponer la cultura como medio para denunciar situaciones cotidianas y nada agradables, surgiendo después de ver una manifestación en protesta por la desaparición de estudiante. Una película que metafóricamente cuenta lo que no se ve.
Días después de su proyección tuvimos la oportunidad de charlar con él acerca de su trabajo.
Después de ver la película, hipnótica por momentos y un tanto experimental por otros, nos queda una pequeña duda sobre su guion y Pedro nos cuenta como ha trabajado en Antígona sin guion propio, partiendo del texto que le corresponde a la obra dramatúrgica de Sócrates y la traducción al español a partir de ahí se monta fiel y textual a la obra de Sofocles.
El trabajo con el grupo de estudiantes de teatro, está realizado desde el trabajo de mesa, trabajos escénicos, los ensayos, coreográfico, ensayos con vestuarios y con iluminación pero todo esto lo hacen con el profesor de la universidad, el director explica que se quedó al margen detrás de la cámara como mero observador. Ellos proponían y sus compañeros hicieron la escenografía pues recuerda que todo estaba basado en cuerdas, el traje de Antígona estaba hecho de eso, algo metafórico y simbólico con respecto a la obra.
En el debate posterior a la proyección el directo comentó que hubo un par de escenas que fueron propuestas directamente por una pareja de jóvenes ya que les parecía que todo iba en un tono derrotista y querían expresar que ellos también sabían divertirse y ahí es donde el baile fuera de la obra sale a escena, y más que queda expuesto pero sin imagen.
En pocas frases Pedro González-Rubio nos descubre cómo y qué quiere trasmitir con su película:
“Grabo en cinema directo todos los ensayos de estos estudiantes que duró tres semanas, sin ninguna interferencia, mero espectador detrás de la cámara y captar, después otra parte era filmar tras terminar los ensayos, otra representación, pero en exteriores montando el monólogo en un espacio volcánico. Es decir que hay dos partes la obra y la representación no textual, como decir este momento Antígona la van a ejecutar y siente tu soledad, y filmamos en un museo que había con un juego de luces eso representaba la cueva, la luz hasta arriba lo que realmente ella quiere alcanzar, es como una llamada entre la luz y la oscuridad, buscando representaciones en imágenes y corporales de sus momentos».
«En otro tramo está la parte personal de los protagonistas en sus casa, para ver cómo se comportan en la vida real, viendo como el padre de la protagonista le pide que sea fuerte, y ahí es donde vemos el reflejo de la sociedad, más que mostrar la ciudad y sociedad, quiero mostrar espacios íntimos y que plasmen lo que sucede fuera desde la intimidad y extrapolarlo a la sociedad y metafóricamente con la obra.”
Si se ve una diferencia generacional pero ante la evidencia de que todos pasamos por eso, lo utiliza como un recordatorio de la esencia, y le gustó en ese proceso retomar ese espíritu, quizá un poco vampiresco y absorber la energía a los más jóvenes para crear.
Aunque a priori todo parece todo meramente la obra de Antígona, Pedro reconoce que en varias escenas que desde el plano de un actuación teatral nos lleva al exterior y fusiona todo con la naturaleza, está realizando un pequeño guiño a su trabajo anterior, y en cierta forma así nos cuenta que todo el espacio de tierra que muestra también existe, todo está rodado en la ciudad de México, mostrar la parte exterior, y abrir los espacios desde los escenarios con tonos grises a otros colores, las casas expresa la necesidad de respirar.
Abunda mucha música pero sobre todo de piano, y el director nos cuenta que es la sonata en d mayor de Haydn, cree recordar que la 38, que la escuchó mientras estaba montando, y la ha incorporado completamente en cinco tramos, y luego incluyó otra variación de esta sonata, queriendo realzar con la música la parte más melancólica y más introspectivo, más inmersivo, esta es más lúdico, y le quería dar un aire vivaz cristalino, virtuoso …. sintiendo que va muy bien con esos alumnos universitarios. Luego hay una obra creada exclusivamente para la cinta.
Aunque sabía que los alumnos estaban bastantes verdes en cuanto a actuación se refiere, ya que se encontraban en su segundo año, la forma de selección la hicieron mediante audiciones y fueron los que quisieron, y realmente están acostumbrados a clásicos:
«hacen mucho Fuenteovejuna, Molier, Calderón de la Barca…”
Sorprende que Antígona es muy diferente al resto de trabajos del director que siempre hace relatos mucho más sencillos y con pocos personajes y nos reconoce que es su primer trabajo, el cual para nosotros en cierta forma nos parece un ensayo, un estudio sociológico, para él es un trabajo coral, una compañía y le resultó un poco difícil, aunque sabía perfectamente que el peso dramático y narrativo tenía que centrarse en Antígona, en el proceso que tiene ella.
Frente a la tradición del director de rodar en poco tiempo nos revela que Antígona es la cinta que más tiempo le ha llevado, tres años, y la parte de montaje es la que le ha llevado menos tiempo, durante todo ese periodo lo ha invertido en grabar externamente para proporcionar a la cinta una mirada que se fusionara con la obra. Las calles, sus reivindicaciones incrustadas en cierta forma en cada personaje de la obra.