Puntuación:
Divertida secuela del personaje Marvel que aumenta más si cabe las dosis de humor, acción y violencia.
El cine de superhéroes dio un giro adulto con Watchmen y las películas de Batman dirigidas por el británico Christopher Nolan. Sin embargo, los intentos de dar un toque serio y oscuro a otros personajes dentro del género se saldaron con productos pretenciosos que querían ser, a la vez, entretenimiento y legitimación cultural de un género. Los resultados fueron fiascos creativos como El hombre de acero.
Las dos entregas de Kick-Ass y, especialmente, Deadpool devolvieron a este tipo de películas ese tono adolescente y desenfadado tan habitual en las cintas basadas en cómics. En el segundo caso, lo hizo jugando con ingredientes como el humor salvaje, la violencia desatada, las referencias a otros largometrajes, la utilización irónica de la música pop y el socarrón tono filogay.
Deadpool 2 repite y aumenta los logros de su predecesora. David Leitch, coautor de John Wick (otro día para matar) y responsable de Atómica, hace más si cabe hincapié en los momentos de acción, especialmente en los combates cuerpo a cuerpo, pero respeta el espíritu del largometraje de Tim Miller.
La película es básicamente una cinta de venganza a la que se le han añadido ingredientes de cine carcelario, viajes en el tiempo, las habituales batallas, guiños metacinematográficos y la comicidad guasona e irreverente que ya aparecía en su precedente. Quizá haya mayor número momentos memorables que aquélla y el actor Ryan Reynolds resulte aún más divertido en el papel de mutante desfigurado capaz de regenerar su cuerpo de manera prodigiosa.
El actor y el resto de los guionistas de la serie se mofan de todo y de todos en una cinta a la que se le puede reprochar que sea casi una mera sucesión de sketches. Eso provoca que tenga algún bache en su algo excesivo metraje, aunque eso no impida que logre su principal objetivo: entretener y provocar la risa.
En el reparto destacan las incorporaciones de Josh Brolin, perfecto como ese ciborg que viaja al presente para cambiar el futuro, y Zazie Beetz, muy divertida en el rol de mujer con una particular buena suerte.
Por cierto, se recomienda quedarse a ver los títulos de crédito. Los responsables del filme se guardan uno de los mejores gags para el final y permiten que Reynolds se cachondee de sí mismo y de su particular carrera en Hollywood.