Puntuación:
Divertida y naíf película de acción a la que sobra alguna trama secundaria y una duración un tanto excesiva.
Humor y un tono descaradamente adolescente fueron los ingredientes que convirtieron a Ant-Man en un divertimento sin pretensiones que venía a recuperar la inocencia de los cómics con personajes enmascarados.
La película era una particular cinta de superhéroes adaptada a ciertos esquemas de la denominada Nueva Comedia Americana. No en vano Peyton Reed, su director, se había hecho un nombre gracias a cintas como Di que sí o A por todas, mientras que Paul Rudd, su actor protagonista, es uno de los nombres clave de las producciones Judd Apatow. Por si fuera poco, el personaje principal de la función es un particular niño grande, casi una constante en esta corriente del cine estadounidense.
Ant-Man y la Avispa repite casi todos los elementos de su predecesora. Vuelve a reinar un tono desenfadado y naíf más cercano a Spider-Man: Homecoming que a las cintas de Batman dirigidas por Christopher Nolan. Hay también un mayor componente fantástico, especialmente en los pasajes que aluden al universo cuántico, y la compañera femenina del protagonista parece ganar peso. Casi todo es ligero en esta nueva entrega, donde repiten el director y gran parte del elenco interpretativo.
Quizá lo único que se sale sorprendentemente del tono general es el particular viaje que emprende el mentor de Ant-Man en busca de su amada esposa, que recuerda lejanamente al que emprendiera Orfeo en busca de Eurídice.
La cinta tiene sus mejores momentos cuando apuesta por el humor y saca un inmejorable provecho de su reparto, especialmente de un simpático Rudd, la atractiva Evangeline Lily o un inesperadamente cómico Michael Douglas, que logra divertir con su personaje de profesor cascarrabias. Su apuesta por la risa desacomplejada se evidencia incluso en su guiño a los dramáticos acontecimientos de Vengadores: Infinity War.
Quizá sobren algunas tramas secundarias, como aquella protagonizada por un grupo de patéticos malvados encabezados por Walton Goggins, una duración un tanto excesiva o el dramatismo exacerbado de Hannah John-Kamen a la hora de encarnar a la villana Fantasma, pero ninguno de estos elementos empaña demasiado un producto que solamente quiere ser una entretenida película de superhéroes.