Puntuación:
Correcta recreación del suceso que salpicó la carrera política del célebre gobernador de Massachusetts.
Los estadounidenses han encontrado en la familia Kennedy una suerte de familia real. Un poderoso clan que, sin embargo, parece marcado por la desdicha. Joseph Patrick, el mayor de los hermanos, murió en combate cuando todavía no había cumplido los treinta, mientras que John y Robert fueron asesinados en los años sesenta.
Menos terrible que el destino de sus parientes mayores fue el caso de Ted Kennedy, que se vio salpicado por la polémica cuando tuvo un accidente de coche en el que murió una joven colaboradora de la campaña presidencial de su hermano Bob.
El escándalo Ted Kennedy recoge ese incidente dotando al conjunto de un tono tragicómico. El guion, firmado por Taylor Allen y Andrew Logan, retrata al político estadounidense de una manera muy poco favorecedora. La película lo dibuja como un hombre cobarde, mediocre, obsesionado con estar a la altura de su parentela y ganarse el respeto de su padre. Por otra parte, muestra cómo los poderosos mueven los hilos para que sus fechorías y las de sus familiares tengan las menores repercusiones posibles.
Quizá la diferencia sobre otros largometrajes centrados en las figuras de políticos más o menos importantes se encuentre precisamente en ese humor desmitificador que está a punto de convertir al protagonista en una suerte de caricatura. No obstante, gracias a la inteligente interpretación de Jason Clarke, el que fuera gobernador de Massachusetts aparece como un pobre diablo dispuesto a casi todo por salvar el tipo.
El director John Curran, responsable de El velo pintado y Stone, hace un trabajo tan correcto como soso en la puesta en escena. Quizá hubiera sido necesario un director más personal para dotar al conjunto de una mayor garra, aunque tampoco se pueda reprochar demasiado a una película que ilustra de manera adecuada un acertado libreto.
La cuidadosa ambientación, que recrea con mimo los Estados Unidos de finales de los sesenta, y un espléndido reparto, donde destaca, además de Clarke, un estupendo Ed Helms, en el papel del asesor y amigo del protagonista, son dos de los puntos fuertes de una cinta digna que recrea un suceso que fue más allá de lo meramente anecdótico.