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No son necesarias florituras visuales para llegar al espectador, Yomeddine, es un largometraje áspero, directo, sin dobleces que llega al espectador desde el primer instante. Sí nos dijeran que es un documental no tuviéramos duda de ello, porque es verosímil en todo su contexto, con la crueldad de la sociedad ante diversas enfermedades, pero al mismo tiempo con la positividad de la supervivencia por medio de la felicidad sin lujos.
Qué fácil es estar del otro lado de la barrera, de esa que nos da la comodidad, de no sentir la exclusión social, esa que hoy en día, en pleno siglo XXI pensaríamos que ya no existe y que se vería ensombrecida por la comprensión y la tolerancia. Yomeddine deja ver la parte menos agradable de nuestra sociedad, sobre todo a nivel humano, más que en otro sentido.
Yomeddine es la ópera prima del cineasta egipcio A.B. Shawky tras sus cortometrajes The Colony (2009), Martyr Friday (2011) y Things I Heard on Wednesdays (2012). La idea parte de su primer corto, llevándonos por un recorrido menos turístico de Egipcio pero igual de real.
Beshay vive en una colonia de leprosos desde pequeño. Allí le abandonó su familia por su enfermedad, sin saber como iba evolucionar la misma. Ahora tras morir su mujer quiere encontrar sus orígenes, cogiendo su burro y lo poco que tiene para coger camino y buscar de donde viene. No irá solo, en este viaje y aventura le acompañará Obama, un niño huérfano, que no le gusta donde está interno y siempre prefiere la compañía de Beshay. Ambos cruzarán Egipto buscando sus raíces, sin saber si siguen estando en pie, y ante todo plantando cara a todo lo que se encuentran.
Hay películas que visualmente no son tan agradables como siempre se quiere, donde realidades son otras muy distintas a las que vivimos, pero que no está nada mal que se nos recuerde de vez en cuando, para que los pies toquen el suelo y el alma sea agarrada por la necesidad de ver y ser conscientes de lo que hay mucho más allá de nuestras vidas.
Yomeddine es una road movie de supervivencia, de la búsqueda de un hueco en la vida y la reafirmación del protagonista en su existencia. Además ahonda en buscar la palabra familia, cariño y amor, mucho más de lo convencional que se suele pensar, debajo de los lazos de sangre o cualquier firma que una a las personas. Es una historia de compañerismo, de apoyo y de respeto.
No son necesarias florituras visuales para llegar al espectador, Yomeddine, es un largometraje áspero, directo, sin dobleces que llega al espectador desde el primer instante. Sí nos dijeran que es un documental no tuviéramos duda de ello, porque es verosímil en todo su contexto, con la crueldad de la sociedad ante diversas enfermedades, pero al mismo tiempo con la positividad de la supervivencia por medio de la felicidad sin lujos.
Ahora que parece que poseer, materialmente hablando, es poder y autoestima, encontrarse con este tipo de retratos humanos, y con verdad, nos hace reflexionar ante la necesidad de valorar los pequeños detalles, la importancia de la amistad y la familia que uno crea, más allá de la propia sangre.