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Del 4 al 9 de junio Madrid acoge, como en años anteriores, el festival de Cine Aleman en su vigésima primera edición. El evento parte de German Films con la colaboración del Goethe Institut y también con el apoyo de la Embajada de la República Federal de Alemania de Madrid.
Las proyecciones están teniendo lugar en los Cines Palacio de la Prensa (Callao), y reúne la última remesa de largometrajes, cortometrajes y documentales del cine germano.
La inauguración corrió a cargo de Andreas Dresen con su película Gundermann, biopic de uno de los músicos más influyentes de la Alemania del Este, Bernard ¨Gundi”, que falleció en 1988 a la temprana edad de 43 años.
El papel principal está interpretado por Alexander Sheer, quien canta en la película las canciones del homenajeado. Una cinta crítica con el personaje que refleja todo su pasado político, lo que influyó en su vida personal y en su corta carrera. El guion además aúna vertientes de amistad, de culpabilidad, lealtad y amor por partes iguales, donde no solo Gundermann es la parte a valorar si no la sociedad de aquella época.
La pareja perfecta, ese drama convencional, de Swen Taddicken, aunque previsible esconde en algunos diálogos partes importantes de la trama que desvelan el interior de los personajes y al mismo tiempo de la persona en sí, en el amplio espectro de la palabra.
Una pareja que se podría encajar perfectamente en el género de thriller emocional, ya que cada uno de los protagonistas esconde algo en el fondo de su personalidad que poco a poco irá saliendo. Un guion que gira en torno a lo que les ocurre a la pareja protagonista en sus vacaciones, que son asaltados, agredidos y humillados y ahora tienen que convivir con ello. La culpa, llena sus vidas, la justificación de los hechos y sobre todo cuando su agresor reaparece por casualidad de nuevo en sus vidas.
De nuevo la culpa como fondo, la búsqueda de una verdad y de la reacción ante las circunstancias y descubrir la razón de los actos de cada uno.
El festival de cine alemán ha acogido dos películas que representan la palabra apocalipsis, en dos aspectos muy diferencias. En mi habitación de Ulrich Köhler vemos como parte de la necesidad de fijar los cimientos de una vida sobre otra persona, un referente y cuando desaparece, incluso siendo por naturaleza y ley de vida, el protagonista se ve inmerso en renovarse en su interior, pero que nos lo muestra en su exterior, una metáfora de la necesidad de la soledad, del retiro emocional y que además conlleva una crítica a la sociedad materialista y consumista en cierta forma.
La otra propuesta viene de la mano de Carolina Hellsgard con El final de los tiempos, y de primeras nos veremos inmersos en una cinta de zombis nada convencional, porque remataremos con una oda a la naturaleza y de nuevo a la representación de la culpabilidad del ser humano por sus hechos. Un viaje interior de dos protagonistas Vivi y Eva, que además se esconden en su caparazón por miedo al rechazo, a ser juzgadas, y en esa ruta de su supervivencia darán lugar a conocer la verdad de cada una de ellas, de plasmar en diálogos muy interesantes con quienes se cruzan en su camino de la deriva de la humanidad y de las razones de la apocalipsis, que dibujan en forma de destrucción de la tierra, pero que está reflejando nuestro día a día.
