Puntuación:
Pequeña y sutil película de terror irlandés que elude en todo momento el efectismo habitual en el género.
Es digno de admiración que un director de cine de terror prefiera la sutilidad y la creación de atmósferas antes que el susto fácil. Es el caso de Lee Cronin, director de Bosque maldito.
El cineasta irlandés ya dejó patente su estilo en Ghost Train, trabajo premiado con el prestigioso Méliès d’Argent al mejor cortometraje fantástico europeo. Allí nos contaba la historia de dos hermanos adultos que volvían a la atracción de feria abandonada donde desapareció uno de sus amigos de la infancia. Aquella pequeña cinta mostraba el interés del realizador por las atmósferas viciadas, los personajes torturados por su pasado o la infancia, pero también su particular desprecio por el efectismo barato.
Bosque maldito, su debut en el largometraje, ratifica alguna de las señas de identidad presentes en aquella pequeña joya. En esta ocasión nos cuenta la historia de una madre joven que vive sola con su hijo en una zona rural de Irlanda. Su vida dará un terrible giro cuando comience apreciar extraños comportamientos en su pequeño vástago a raíz de una visita agujero en la tierra de un zona arbolada.
Con muy buen criterio, Cronin decide seguir los pasos de Roman Polanski en La semilla del diablo. Como en aquel clásico, el director opta por la ambigüedad en gran parte del filme, especialmente al abordar las sospechas de la progenitora respecto a su vástago. El espectador puede dudar si esos recelos son provocados por su estado alterado o tienen una base real. No obstante, a pesar de erigirse como un avezado alumno, el irlandés no consigue superar la maestría del genio polaco.
La película destaca, además, por dos elementos poco habituales en el terror actual: la creación de una atmósfera enrarecida y el hábil uso del fuera de campo, que evita que el filme caiga en los excesos gore o el mero espectáculo de feria.
Sin embargo, a pesar de las evidentes bondades de esta ópera prima, Bosque maldito se ve aquejada de una falta de ambición. Es evidente que nos encontramos ante un realizador de talento, pero también ante una historia demasiado pequeña que no consigue trascender demasiado su sencillo argumento.