Puntuación:
Un entretenimiento lleno de giros que fracasa cuando pretende hacer una lectura política de la realidad en Estados Unidos.
El término anglosajón whodunit se utiliza para denominar a esas novelas, películas o series de televisión que centran parte de su trama en saber quién cometió un determinado delito. La mayoría de ellas contienen numerosos giros y un sorprendente final. La autora más prototípica de este tipo de historias detectivescas es Agatha Christie, escritora inglesa que convirtió sus libros en verdaderos best sellers.
Rian Johnson realiza en Puñales por la espalda un particular homenaje con elementos de parodia a este popular subgénero. En cierta manera, no estamos tan lejos de la película que supuso su espaldarazo: Brick, una cinta que homenajeaba los lugares comunes de la novela negra, aunque ambientándola en un instituto estadounidense del siglo XXI.
Al igual que aquélla, nos encontramos ante una revisión personal que deja claro su intención de tributo a un tipo de ficción con su premisa principal: la muerte en extrañas circunstancias de un afamado y anciano escritor de novelas de misterio.
La utilización de una mansión como decorado principal, unos protagonistas mentirosos que tenían razones para asesinar al fallecido, un detective perspicaz y una historia que juega al ratón y al gato con el espectador dejan patente que su máximo responsable no elude los lugares comunes del subgénero.
El cineasta añade dosis de ironía, no abusa de las trampas de guion y dirige a un esplendido reparto, donde aparecen desde el veterano Christopher Plummer hasta la joven Ana de Armas, al servicio de un divertimento que pretende ser algo más. Quizás es precisamente su intención de ser una alegoría acerca la América de Donald Trump y su rechazo a la inmigración latinoamericana ser el principal talón de Aquiles de Puñales por la espalda. Johnson explicita demasiado sus intenciones y nunca profundiza en su denuncia.
También resta algo de fuerza al conjunto una duración excesiva y un estancamiento del ritmo en el último tercio, aunque todo ello no impida que la película sea un buen entretenimiento con cierto sabor añejo.
Quiero verlo.