Puntuación:
Es de alabar como Leigh Whannell juega con los escenarios, se presta a que los ángulos de visión sean parte fundamental de cada enfoque, que el movimiento creado en esa casa amplia, diáfana en algunos entornos, tenga sus puntos débiles y claves para crear la atmósfera necesaria para el guion
En una película de intriga, thriller o terror siempre queremos que nos tenga pendiente el guion, que la estética nos envuelva, y que los giros sea uno de los protagonistas. ¿Pero qué pasa si los giros son el protagonista de la película?
Simplemente que estamos al final pendientes de cuál será el siguiente, sí estamos pendiente, pero mucho más de eso, que posiblemente la forma de su narración y en parte de las interpretaciones.
Cecilia se escapa de su casa huyendo de su pareja, al poco tiempo ve un poco de luz al conocer que el ha fallecido, y ya no tiene miedo de salir de la casa en la que se encuentra escondida. Ahora más allá de renacer, revivirá una pesadilla, notando la presencia de un fantasma que le hará sus días imposibles logrando
En El hombre invisible es uno de los factores que apriori destacaría, pero personalmente me ha chirriado por momentos, eso y que la banda sonora absorbe en demasía los escenarios y situaciones de tensión, me lo crea mucho más la música que la ambientación y los personajes, cuando esos dos factores estaban totalmente diseñados para crear por ellos mismos la envoltura de la intriga, de hecho cuando se quedan para realizar su función la química se crea, y bastante bien.
La previsibilidad en estos casos es algo que se reitera, y aquí El hombre invisible comienza demasiado pronto, la obviedad recae las situaciones, pero se admiten, porque por momentos el género y la situación se encargan de dibujarlo positivamente si no hubiera sido tan repetitivo e incisivo.
Es de alabar como Leigh Whannell juega con los escenarios, se presta a que los ángulos de visión sean parte fundamental de cada enfoque, que el movimiento creado en esa casa amplia, diáfana en algunos entornos, tenga sus puntos débiles y claves para crear la atmósfera necesaria para el guion.
Remake de la obra de H.G. Wells, siendo un clásico de 1933 llevado a la gran pantalla por James Whale. De ahí se han ido produciendo películas donde la base era la obra de Wells pero girando alrededor de distintas historias, apoyándose en la base de la invisibilidad de un personaje con distintos fines.
Elisabeth Moss vuelve a encarnar un personaje donde el machismo parece imperar, donde la mujer, en su personaje, no tiene ni voz ni voto, y a priori quienes están a su alrededor no saben lo que ocurre, aunque en esos giros que ocurren en la cinta la duda siempre aparece, y esa imagen final que recuerda a la película Perdida, puede interpretarse de otra manera.