El matrimonio es, en ocasiones, una carrera de fondo donde los participantes están tentados a tirar la toalla en cualquier parte del recorrido. Si a ello sumamos una larga relación y la casi siempre traumática crisis de la mediana edad tendremos el contexto perfecto para Habitación 212, drama con elementos cómicos que ha dirigido Christophe Honoré. cineasta francés que ha ganado prestigio en el circuito de festivales con cintas como La Belle personne o Vivir deprisa, amar despacio.
La película, que se ha encargado de inaugurar el D’A Festival 2020, comienza como una comedia de Woody Allen con esos típicos personajes burgueses cultos. No obstante, el filme va virando poco a poco hacia el drama matrimonial cuando la profesora protagonista elige quedarse en una habitación situada enfrente del apartamento que comparte con su marido, muy afectado por sus infidelidades.
A partir de ahí, el largometraje parece asumir un tono más propio de Ingmar Bergman, donde podrían tener cabida tanto Secretos de un matrimonio como la melancólica Fresas salvajes, pero también cierto toque fantástico que podría emparentarse con El cuento de Navidad de Charles Dickens, aunque en una versión más adulta. El pasado y los fantasmas de amantes pretéritos y el de su propio esposo cuando era joven le harán replantearse abandonar a la que ha sido su pareja durante más de dos décadas.
Honoré sabe utilizar perfectamente los elementos fantásticos para mostrar la erosión del paso de los años en una relación y el peso que tiene el cariño más allá del puro sexo. Lo hace sin renunciar al humor y apoyándose en tres intérpretes estupendos. Chriara Mastroianni compone el que quizá sea el mejor papel de su carrera como mujer en los cuarenta que parece desganada con su matrimonio, mientras que Vincent Lacoste aporta humor a la versión joven de su esposo y el cantante Benjamin Biolay inyecta melancolía y pesadumbre al esposo maduro.
El resultado es una cinta original que muestra que todavía se puede sorprender al espectador inteligente.