Puntuación:
Agradable comedia sobre el conflicto entre palestinos e israelíes que destaca por su tono humanista, pero al que hay que reprocharle que pase de puntillas por algunos de los temas que simplemente apunta.
Todo pasa en Tel Aviv pretende algo realmente complicado: ofrecer una comedia acerca del conflicto entre israelíes y palestinos centrándose en e aspecto más humanista, pero sin obviar los problemas que surgen entre ambos pueblos.

Sameh Zoabi, director que ha centrado su carrera cinematográfica en este enfrentamiento, nos muestra la relación entre un ayudante de producción palestino que descubre su faceta como guionista en la telenovela en la que trabaja y un jefe judío de los controles de los territorios ocupados que le ayuda a dar verosimilitud a la historia de amor entre una espía palestina y un militar israelí en los tiempos de la guerra de la cruenta guerra de 1967 que enfrentó a ambas etnias.
El realizador utiliza un tono amable para hablarnos del poder de la propaganda utilizada en ambos bando, incluso en producciones tan populares como los culebrones, o la posibilidad de estrechar lazos entre miembros de ambos pueblos, obviando su procedencia y centrados en aspectos comunes a cualquier grupo humano, como las relaciones amorosas o de amistad.
La relación entre ambos protagonistas recuerda en cierta manera a la que tenían el dramaturgo y el mafioso con dotes de escritor de Balas sobre Broadway, aunque el filme esté lejos de los logros de una de las mejores obras de Woody Allen en los años noventa. Por otra parte, juega con la influencia de la realidad en la ficción, y viceversa, aunque no profundice demasiado en el asunto.

Quizá el gran problema de Todo pasa en Tel Aviv sea que acaba siendo que pasa de puntillas sobre temas espinosos como si tuviera miedo de mojarse demasiado y se limite a ofrecernos una comedia agradable, entretenida y bien interpretada que acabe quedándose un poco corta a la hora de abordar los asuntos que trata como si pretendiera no inquietar demasiado al espectador.