Puntuación:
Convencional desenlace de la saga donde sobresale la estupenda fotografía de Xavi Giménez.
Las adaptaciones cinematográficas de La trilogía del Baztán, la serie de best-sellers de Dolores Redondo, han combinado los elementos del thriller de los noventa con ingredientes propios de la cultura popular navarra. El resultado ha repetido el éxito de las novelas, aunque esté lejos de la excelencia. Unas imperfecciones que vuelven a repetirse en Ofrenda a la tormenta.
Fernando González Molina, experto en versiones cinematográficas de éxitos literarios, deja patente de nuevo su particular estilo: un envoltorio visual solvente que enmascara su imposibilidad para dirigir actores y su incapacidad para inyectar fuerza a todo aquello que narra en imágenes. El resultado es un producto de superficial brillantez, pero bastante hueco. Algo que ya ocurría en Tres metros sobre el cielo, Tengo ganas de ti, Palmeras en la nieve o los dos partes previas de la trilogía: El guardián invisible y Legado en los huesos.
Ofrenda a la tormenta destaca en el apartado estético. El director de fotografía Xavi Giménez otorga a las imágenes de la cinta de un adecuado tono oscuro en las escenas nocturnas rodadas en el exterior, mientras que imprime una cierta calidez a los interiores. No obstante, no es suficiente para que la cinta acabe de convencer.
Al igual que en la anteriores entregas, González Molina demuestra su escasa capacidad para sacar jugo de su espectacular reparto. Tampoco Marta Etura acaba de convencer como la protagonista, esa inspectora que investiga los asesinatos que siguen el patrón de una extraña leyenda navarra. Parece empeñada en emular a Jodie Foster en El silencio de los corderos, pero solamente deja patente sus limitaciones interpretativas recurriendo a una gesticulación demasiado forzada. Por otra parte, actores como Imanol Arias o Leonardo Sbaraglia se encuentran perdidos en personajes al borde de la caricatura.
Además, el firmante de Fuga de cerebros rueda todo con una corrección excesivamente desapasionada cuando la historia pide todo lo contrario. Tampoco el atropellado guion de Luiso Berdejo, demasiado pendiente de resumir la trama del libro, ayuda al resultado final.
En definitiva, Ofrenda a la tormenta es el típico producto comercial de usar y tirar que se ve sin esfuerzo pero se olvida pronto.