Puntuación:
Agradable comedia dramática un tanto predecible y algo formularia.
Algo del espíritu de Full Monty parece revivir en ¡Que suene la música!, la nueva película de Peter Cattaneo. Si el director nos contaba en la película de 1997 los esfuerzos de unos parados por montar un espectáculo de striptease, aquí volvemos a tener a un colectivo vulnerable, en este caso un grupo de esposas angustiadas que esperan que sus maridos regresen de Afganistán, que decide organizar un coro para levantar el ánimo. Ambas cintas parecen hacer suyo el lema de «Al mal tiempo, buena cara».
Basada en hechos reales ocurridos en Gran Bretaña, la cinta mezcla de forma bastante eficaz la comedia con elementos de drama. Por otra parte, opta por centrarse en el carácter opuesto de las dos líderes de la particular formación musical: una mujer de militar estricta y un tanto cuadriculada, a la que da vida la siempre excelente Kristin Scott-Thomas, que choca con el carácter más intuitivo de la esposa de otro soldado, la no menos estupenda Sharon Horgan.
Cattaneo se centra en dirigir de manera perfecta a sus actrices y opta por una puesta en escena funcional que está al servicio de una historia que se ve sin esfuerzo, pero que quizá tiene su principal talón de Aquiles en lo absolutamente predecible del conjunto.
Las guionistas Rosanne Flynn y Rachel Tunnard utilizan fórmulas mil y una veces utilizadas, aunque lo hacen de manera bastante eficaz. El resultado es un producto agradable destinado al gran público que se ve sin esfuerzo, aunque no deje demasiado poso.