Puntuación
Sensible e irregular mezcla de drama, comedia y road movie con unos estupendos Ernesto Alterio y Magüi Mira.
Un mundo normal supone un buen resumen de algunos de los temas abordados por Achero Mañas en su carrera como director. La idea de orfandad, el teatro y las infancias traumáticas habían sido tratadas ya en cintas como la prestigiosa El Bola, la arriesgada Noviembre o la fallida Todo lo que tú quieras, aunque en esta ocasión se encuentran reunidas en un sensible e irregular filme que mezcla drama, humor negro e ingredientes típicos de road movie.
El realizador parece reflejarse en su protagonista masculino: un director egocéntrico, inmaduro, a la deriva y poco dado a las concesiones artísticas que sufre un duro golpe cuando muere su madre, una veterana y libertaria actriz. Junto a su hija, emprenderá un viaje para cumplir el último deseo de su progenitora: tirar sus restos al mar. Como en toda película de carretera que se precie, los personajes no volverán a ser los mismos y se verán transformados interiormente.
Mañas logra que el artista atormentado que muestra en su película enternezca al espectador, a pesar de su elitismo y soberbia. Gran parte del mérito recae en un estupendo Ernesto Alterio, que logra con su interpretación otorgarle a este hombre sin rumbo una combinación de fragilidad y determinación. Igualmente brillante resulta una estupenda Magüi Mira, que encarna a la fascinante madre en las pocas escenas en las que aparece con vida.
Por otra parte, el drama encuentra otro de sus puntos fuertes en el humor, muchas veces bastante negro, que aligera un drama que cae por momentos en lo lacrimógeno. En el debe del filme también se encuentra cierta irregularidad en el ritmo que resta algo de fuerza al conjunto.
A pesar de ello, Un mundo normal emerge como una tierna y bien interpretada cinta sobre la influencia de la familia en nuestra existencia y el derecho que tenemos a ser lo que queramos ser más allá de las imposiciones sociales que, en muchas ocasiones, nos impiden ser felices.