Puntuación:
Eficaz thriller de Carles Torras que nos regala una de las mejores interpretaciones de Mario Casas.
El cineasta Carles Torras prosigue con El practicante su particular obsesión por los personajes masculinos que sacan lo peor de sí mismos a causa de sus frustraciones. Un interés que comenzó con Open 24 h, una película seca y triste sobre un tipo que da salida a sus problemas a través de la violencia, y continuó con la premiada Callback, crónica de un actor sin éxito que se convierte en asesino en serie.
El tercer título de este particular ciclo, exhibido a través de la plataforma Netflix, es quizá el más accesible para el público mayoritario. Aquí nos presenta a un paramédico sociópata llamado Ángel que, después de sufrir un accidente que le deja postrado en una silla de ruedas, se convierte en un asesino movido por el miedo a la infidelidad de su mujer y su particular rabia por encontrarse limitado físicamente.
Menos descarnada que en sus trabajos previos, El practicante vuelve a demostrar que Torras no solamente está interesado en ofrecer un thriller más o menos inquietante, sino que también parece dispuesto a mostrar al espectador el lado menos brillante de la vida del siglo XXI.
El poco agradecido trabajo de la esposa del protagonista, obligada a trabajar como teleoperadora para sacar adelante el hogar, o la tristeza de las pequeñas viviendas situadas en los barrios de los suburbios aumentan más si cabe el lado sombrío de la historia.
Por su parte, el cineasta catalán vuelve a dejar patente su talento para rodar la violencia de la manera más seca posible, lejos de la espectacularización de otros directores o los excesos sangrientos.
También, como en anteriores cintas, saca lo mejor de sus actores protagonistas, en esta ocasión Mario Casas, que deja a un lado los papeles de galán que le han granjeado fama, para dar vida sin aspavientos a un ser repulsivo, frío y egocéntrico que no quiere ni a su propia mujer y es incapaz de sentir la más mínima empatía.
En resumen, El practicante se revela como un eficaz thriller que vuelve a poner de manifiesto la personalidad de Carles Torras, un director que se adentra con esta película en el cine más comercial sin alejarse demasiado de las formas y temas abordados en sus largometrajes más indies.