Josep, el filme dirigido por Aurel, demuestra que la expresión artística puede ser un particular salvavidas emocional en los malos tiempos. Así lo refleja este particular biopic animado de Josep Bartolí, dibujante catalán que logró superar la dureza de los campos de concentración franceses donde se recluyó a los republicanos españoles que huían del fascismo después de la Guerra Civil.

Los trazos que reflejaban aquella dura realidad, donde sus compatriotas eran vejados por la mayoría de los guardias y pasaban todo tipo de penurias, permitían que su autor lograra sobrevivir a la abulia y la depresión a pesar de reflejar en sus obras el terrible día a día que veía a través de sus ojos .
También le ayudó la amistad del único guardián que le suministro los utensilios para realizar sus esbozos y fue capaz de reconocer que el trato que recibían los particulares presos era inhumano.

Curiosamente, el estilo de dibujo del propio Aurel, formado como ilustrador en varias publicaciones francesas, no subraya los aspectos más obvios, como la suciedad o el efecto de la escasez de comida en los cuerpos de los españoles, sino que opta por un cierto minimalismo que otorga al conjunto una extraña serenidad y un halo casi pictórico.
No obstante, la película no obvia en ningún momento las terribles condiciones de aquellos campos franceses, poco abordados por el cine, pero subraya que, a pesar de todo, pueden surgir pequeños brotes verdes incluso en aquellas circunstancias, como la amistad o las inquietudes creativas.

Sin embargo, aunque sean más los logros que las debilidades, el largometraje se resiente de una animación excesivamente estática y una pérdida de fuerza narrativa cuando se aleja del terrible confinamiento para tratar de manera excesivamente somera el resto de la vida de Bartolí, un hombre que mantuvo relaciones íntimas con la pintora Frida Kahlo y llegó a triunfar en Estados Unidos.