Hay en Dime quién soy, adaptación del best seller homónimo de Julia Navarro producida por Movistar + y Telemundo, una curiosa combinación de viejo folletín, serie de época de la BBC y melodrama de espías del Hollywood de la edad dorada.

El ritmo trepidante en el que se desarrollan los acontecimientos y los finales con cliffhanger remiten a la novela por entregas, la cuidada recreación de los diferentes tiempos de la acción recuerda a las producciones británicas para televisión y la heroína, Amelia Garayoa, evoca en muchos aspectos a la Ingrid Bergman de largometrajes como Encadenados o Casablanca.
Sin duda, el atractivo del personaje principal es uno de los puntos fuertes de esta serie dirigida Eduard Cortés, responsable de películas como Cerca de tu casa o ¡Atraco!, y producida por José Manuel Lorenzo con guion de Piti español, firmante de los libretos de Otros días vendrán y Los Pelayos.
Nos encontramos con una mujer de familia adinerada, esposa y madre que deja su vida burguesa por amor y un particular idealismo que le llevan a defender la causa de la libertad, aunque no siempre acierte en sus elecciones. Su historia se desarrollará en ambientes convulsos como la Segunda República, la Alemana de Hitler, la Italia de Mussolini, la España de Franco, la URSS en tiempos de Stalin o la comunista RDA.

Irene Escolar, la actriz encargada de dar vida a este personaje, encarna con acierto a una mujer inteligente y seductora que irá perdiendo su particular inocencia a medida que la vida le vaya dando golpes. La fisonomía de la intérprete española y su adecuada caracterización recuerdan a las estrellas del viejo Hollywood. Igualmente adecuados resultan Oriol Pla, como el comprometido comunista, o Pierre Kiwit, en la piel del oficial de la Wehrmacht que caerá a los pies de Amelia.
Cortés apuesta por una puesta en escena elegante y clásica atenta a las actuaciones y a la recreación de las diferentes épocas donde transcurre la acción. Quizá se le pueda reprochar algo más de osadía, aunque la serie cumple con su cometido de entretenimiento con sabor añejo que pretende en todo momento.
En el debe de la serie se encuentra un guion y un argumento que responden a una fórmula mil veces vista y una banda sonora, obra de Lucas Vidal, que recurre en exceso a los sintetizadores para acompañar las acciones de época en los que estos instrumentos no existían.

A pesar de estos pequeños inconvenientes, Dime quién soy cumple como pasatiempo con aroma clásico que nos recuerda todos los males de los regímenes totalitarios donde son coartadas las libertades individuales.