Puntuación:
Ópera prima en la dirección del actor de James D'Arcy, que se limita a servir de manera correcta y poco original un vehículo para el lucimiento de Liam Neeson y Micheál Richardson, su hijo en la vida real.
La Toscana se ha mostrado en el cine, especialmente en el proveniente de países anglosajones, como una suerte de paraíso terrenal repleto de bellos paisajes y gastronomía excepcional que lo convierten en un lugar perfecto para enamorarse, disfrutar de los placeres carnales y servir como inspiración artística. Lo atestiguan cintas como Bajo el sol de la Toscana, Belleza robada, El misterio de la villa o, más recientemente, Call By Your Name, entre muchas otras.
Una villa en la Toscana reincide en todos y cada uno de los tópicos sobre la región italiana y lo inserta en una poco original trama de difíciles relaciones paternofiliales.
Así nos encontramos con un hijo, que pasa por una crisis sentimental y financiera, y un padre, un pintor que no levanta cabeza desde hace décadas, que intentan superar sus diferencias para vender su casa en el bello lugar al que hace referencia el título español del largometraje. Allí se tendrán que enfrentar al hecho que les separó: el fallecimiento de la madre del primero y la esposa del segundo.
El actor James D’Arcy, que aquí debuta como director, saca provecho de los hermosos parajes donde tiene lugar parte de la historia y opta por una puesta en escena tan clásica como impersonal. Todo al servicio de una predecible historia que mezcla drama con ingredientes de comedia sin que el conjunto vaya más allá de lo discreto. El realizador se limita a ofrecer un producto agradable que no acaba de profundizar demasiado en cada uno de los elementos que aborda ni resulta especialmente novedosa al hacerlo.
El resultado es un vehículo estelar a mayor gloria de Liam Neeson, perfecto en su papel de progenitor bohemio, y su hijo en la vida real, Micheál Richardson, que logran dar algo de intensidad a una película que se olvida casi tan facilmente como se digiere.