Puntuación:
Simpática comedia que vuelve a abordar un tema muy querido por el cine y la literatura: los deseos de independencia de un personaje con respecto a sus creadores.
Free Guy se inscribe perfectamente en ese grupo de filmes que se centran en las particulares hazañas de personajes que se alzan contra sus particulares creadores para ser autónomos y elegir su propio destino. Un curioso subgénero que tendría su antecedente en la literatura, en obras como Niebla, y cuyos máximos representantes en el mundo del séptimo arte serían cintas como El show de Truman, la subvalorada Más extraño que la ficción o las dos entregas de la franquicia iniciada con ¡Rompe Ralph!.
Como esta última, el largometraje de Shawn Levy (Noche en el museo, Acero puro) tiene lugar en el mundo de los videojuegos y está protagonizado por un personaje secundario que está harto de repetir en su vida en bucle y anhela ser como los héroes que logran grandes hazañas y son dueños de sus acciones. Incluso se enamorará de una de ellos, un avatar tras el que se oculta una mujer que estuvo en la creación inicial del particular entretenimiento.
La película utiliza elementos de sus predecesoras para armar una curiosa y simpática comedia que se limita a reciclar elementos ya vistos en sus más evidentes referentes. Lástima que el director y sus guionistas no acaben de mezclar del todo bien los ingredientes más existenciales, la comedia romántica que tiene lugar dentro y fuera del propio videojuego, y las críticas a la supremacía de las grandes creadores de este tipo de entretenimientos frente a los más independientes y valientes.
Aunque tiene momentos verdaderamente divertidos, el largometraje nunca alcanza el ritmo enloquecido de comedia ni acaba de profundizar en los elementos más reflexivos.
A pesar de ello, nos encontramos ante un blockbuster por encima de la media que se beneficia de unos estupendos efectos visuales y un buen reparto, encabezado por un entrañable Ryan Reynolds y una sorprendente Jodie Comer en un doble papel.