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Notable retrato de los treintañeros en la época actual que se beneficia de una adecuada estética publicitaria y un estupendo trío de actores jóvenes.
Después del western Los hermanos Sisters, el director Jacques Audiard se lanza con París, Distrito 13 a los terrenos de la comedia dramática y sentimental con una adaptación de los cómics del historietista estadounidense Adrian Tomine.
No obstante, el realizador le ha querido dar un inequívoco toque galo realizando un particular homenaje a Mi noche con Maud (1969), una de las obras maestras de Éric Rohmer. Al igual que aquella hay una tendencia a mostrar las relaciones amorosas a través de los diálogos y las reacciones de los personajes, aunque se diferencia de ella en la presencia de sexo explícito.

El cineasta realiza un particular retrato de esa generación de jóvenes adultos que ronda la treintena en esta segunda década del siglo XXI. La inestabilidad laboral, las dudas existenciales, la omnipresencia de lnternet, las apps de citas y su falta de prejuicios en las relaciones sexuales son los temas sobre los que gira esta historia que tiene lugar en Les Olympiades, un barrio de París conocido por su variedad étnica.
Audiard y sus guionistas, entre los que destaca la presencia de la también directora Céline Sciamma, entretejen un particular triángulo sentimental formado por una joven de origen chino que se enamora de un chico que no quiere implicarse sentimentalmente y que, a la vez, mantiene una relación con una mujer que ha viajado de las provincias a la ciudad para rehacer su vida.

Fotografiada en un exquisito blanco y negro por Paul Guilhaume y con una adecuada banda sonora electrónica de Rone, la película analiza los problemas de unos individuos que tienen dificultad para mantener relaciones sentimentales duraderas.
Sin embargo, los autores del filme confían en sus protagonistas y demuestran que es posible todavía el amor, aunque sea de una manera distinta que en otras épocas, quizás por el régimen de inestabilidad personal que sufre la juventud de hoy en día. En contraste con otras comedia románticas, no resulta en ningún momento mojigata y muestra el sexo de una forma natural, como puro goce entre dos personas que se atraen.

El resultado es un largometraje muy fluido desde el punto de vista narrativo envuelto en una estética propia del lenguaje publicitario y el videoclip, aunque lejos de la vacuidad de un director como Adrian Lyne y bastante más erótica que el veterano realizador británico. Al notable conjunto se añaden las estupendas y nada histriónicas interpretaciones de Lucie Zhang, Makita Samba y Noémie Merlant, que encarnan al trío de personajes principales.