Puntuación:
Flojo largometraje de terror adolescente que desaprovecha los elementos de crítica social más interesantes para ofrecer una obra donde se mezclan romanticismo y golpes de efectos poco sutiles.
Hay muchas películas que apuntan asuntos interesantes, pero fallan a la hora de desarrollarlos de manera correcta. Es el caso de La invitación, el largometraje dirigido por Jessica M. Thompson, responsable de la serie The End y la cinta indie La luz de la luna, con guion de Blair Butler, autora de los libretos de títulos de terror de bajo presupuesto como Polaroid y Hell Fest.
El filme aborda el siempre oportuno asunto del vampirismo a través de la historia de una joven huérfana estadounidense que descubre que tiene unos familiares ricos en Gran Bretaña. Su viaje al país para acudir a una celebración y conocer a su lejana parentela le descubrirá que no todo es tan bonito como creía.
El largometraje muestra a los chupasangres y su grupo de elegidos como una sociedad secreta clasista y profundamente machista donde los hombres son los que toman las decisiones mientras las mujeres son meros objetos para lograr sus intereses. Sin embargo, estas ideas son apenas perfiladas y solamente están subrayadas por alguna línea de diálogo que remarcan lo evidente, pero sin profundizar en exceso.
El resultado es un producto que combina elementos del Drácula de Bram Stoker, las películas de la productora Hammer, Rebeca o una cinta tan reciente y divertida como Noche de bodas. Sin embargo, La invitación no está a la altura de sus ilustres precedentes y se limita a mezclar unos pocos sustos fáciles y una historia romántica que permite lucir los atractivos cuerpos de Nathalie Emmanuelle, que encarna con solvencia a la protagonista femenina, y Thomas Doherty, marmóreo como chupasangres sexy.
Por otra parte, nunca logra crear una atmósfera malsana y denota su bajísimo presupuesto en unos decorados de cartón piedra que hacen añorar los utilizados en los largometrajes de terror de Terence Fisher.