Puntuación:
Efectista película de terror que se limita a hilvanar sustos y fracasa como thriller psicológico al dar forma física a los miedos que siente la protagonista.
El director Parker Finn se ha hecho un hueco en el cine de terror gracias a sus galardonados cortos: The Hidebehind, la historia de un mochilero herido que se encuentra con una extraña presencia en medio de un bosque, y Laura Hasn`t Slept, donde una joven acude a su terapeuta a causa de unas pesadillas recurrentes. Las dos desarrollaban una situación única y en ambas ya se mostraba la habilidad del director para crear momentos escalofriantes con el uso de la música y la aparición fortuita de alguna imagen aterradora. La última de estas dos pequeñas películas ha servido también como base de Smile, su primer largometraje.
La cinta sigue los pasos de una psiquiatra que empieza a verse acosada por visiones después de atender a una joven que se suicido mientras lucía una imagen escalofriante. A partir de ese momento su vida se convertirá en un infierno, a lo que se unirá el resurgimiento de un trauma pasado.
El filme sigue la estela de las particulares maldiciones contagiosas que ya habían sido abordadas en The Ring o It Follows. Finn se apoya en todo momento en su habilidad para crear sobresaltos más o menos inesperados, aunque falla cuando se adentra en el terror psicológico para acabar dando forma de entidad terrorífica a las pesadillas de la apesadumbrada protagonista.
Smile se convierte así en una película que se limita a hilvanar susto tras susto sin que el director y guionista se complique demasiado. Quizá si la duración hubiera sido más corta y se hubiera puesto más cuidado en la elección de los actores secundarios estaríamos hablando de una correcta, pero tal y como ha quedado el resultado es un producto más de usar y tirar, aunque el marketing, parte de la crítica especializada y el escritor Stephen King se empeñen en considerarla como una gran obra del terror.