Puntuación:
Superficial revisión del personaje ideado por Raymond Chandler que solamente destaca por la recreación de la época del viejo Hollywood.
Las décadas de los treinta, cuarenta y cincuenta del siglo XX fueron los años dorados del cine negro en Hollywood. Las obras de Raymond Chandler, Dashiel Hammet o James M. Cain, entre muchos escritores de thriller, fueron la base de muchas de estas películas que incluían una soterrada crítica social. El detective privado, la mujer fatal y los mafiosos eran personajes habituales en este tipo de filmes. A partir de los años setenta, se realizó una particular revisión del género y la época en cintas como Chinatown (Roman Polanski, 1974), El cartero siempre llama dos veces (Bob Rafelson, 1981) o L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997), entre otras. En la mayoría, se mostraban aspectos como el sexo más o menos explícito que era un elemento excluido por el Código Hays.
Marlowe se une a esta visión nostálgica del género. Lo hace utilizando un personaje clásico como Philip Marlowe, creado por Chandler en 1934 y retomado por Benjamin Black, alias del escritor irlandés John Banville, en novelas como La rubia de los ojos negros, precisamente el texto que sigue de base al largometraje. El filme, además, incluye numerosos guiños a los aficionados del cine negro, como la inclusión de Jessica Lange, que protagonizo el papel protagonista principal de El cartero siempre llama dos veces, y Danny Huston, hijo de John Huston, autor de cintas clave del género como El halcón maltés (1941) o Cayo largo (1948).
La película dirigida por Neil Jordan, que se encarga también del guion junto a William Monahan, contiene casi todos los elementos del género: una trama enrevesada, ironía en los diálogos, un detective privado, dosis de violencia, unas femme fatales y mafiosos. Sin embargo, a pesar del excelente diseño de producción que recrea el viejo Hollywood y un reparto de campanillas, el resultado es un producto acartonado que se ve con cierto escepticismo.
Jordan, responsable de notables thrillers como Mona Lisa (1986) o Juego de lágrimas (1992), se convierte en un correcto y poco inspirado ilustrador de un guion que parece sostenerse casi únicamente en los diálogos. El cineasta no logra que el conjunto sea brillante ni imprime la necesaria tensión al conjunto y se deja llevar por una producción donde los grandes protagonistas acaban siendo los decorados y la vestimenta de los actores.
Tampoco consigue que su competente elenco se luzca. Liam Neeson aparece un tanto apagado como Marlowe, mientras que la citada Lange y Diane Kruger se limitan a sonreír irónicamente ante unos papeles que son simplemente tópicos con patas.
En definitiva, Marlowe se convierte en una de las versiones menos afortunadas del investigador privado creado por Raymond Chandler. Aquellos que quieran ver mejores adaptaciones de las aventuras del personaje tendrán que revisar o descubrir clásicos como Historia de un detective (Edward Dmytryk, 1944) o El sueño eterno (Howard Hawks, 1946).