Puntuación:
Curioso e imperfecto corto del oeste que se beneficia del buen trabajo del actor Pedro Pascal y la lírica banda sonora de Alberto iglesias.
El wéstern es quizá el género heteropatriarcal por excelencia. No obstante, a lo largo de la historia del séptimo arte ha habido bastantes ejemplos de elementos LGTBI+ en él. En el cine clásico encontramos obras como Johnny Guitar (Nicholas Ray, 1954) , El zurdo (Arthur Penn, 1958) o la famosa secuencia de Río Rojo (Howard Hawks, 1948) donde Montgomery Clift y John Ireland comparan sus pistolas, claro símbolo fálico. En las últimas décadas, sin embargo, ha habido revisiones gays del género tan estupendas como Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) o El poder del perro (Jane Campion, 2021).
El Deseo
Pedro Almodóvar se une con Extraña forma de vida a esta particular corriente. En poco más de media hora, el manchego nos cuenta la historia de dos veteranos vaqueros que se reencuentran décadas de haber tenido una particular relación sexual. Uno es sheriff y el otro es el padre un joven acusado de matar a la cuñada del primero. La venganza y la nostalgia por el amor pasado se mezclan en una película que, aunque utiliza los elementos de las películas del oeste como excusa, se decanta pronto por el melodrama.
Como es habitual en el autor de Hable con ella, la cinta se desvía pronto de la verosimilitud al incluir la canción brasileña que da titulo al filme interpretada por Caetano Veloso. Nada más artificioso que utilizar un tema en portugués en el interior de un wéstern ambientado en Estados Unidos. Por otra parte, la película parece cercana en más de un aspecto a Brokeback Mountain, cinta que estuvo a punto de dirigir el español. De hecho, ese reencuentro podría ser el de los dos protagonistas de la cinta de Ang Lee si uno de ellos no hubiera muerto y el filme hubiera tenido lugar unas décadas antes.
El Deseo
Almodóvar da lo mejor de sí en los momentos íntimos entre los dos vaqueros, cuando hablan de lo que fueron y pudieron haber sido. Por el contrario, no convence en el leve flashback que los muestra cuando eran jóvenes o cuando se incluyen más personajes. Sin ninguna duda, gran parte del mérito recae en el estupendo trabajo de Pedro Pascal, en la piel de aquel vaquero que quiso montar un rancho con su amigo en el pasado para vivir juntos. El intérprete de origen chileno muestra la tensión de un hombre que se debate entre su amor de padre y el que siente por el que fue su antigua pareja. Por el contrario, Ethan Hawke ofrece una actuación demasiado monocorde como ese sheriff inflexible incluso con el que fue un querido amigo.
El resultado es una película que parece más un esbozo de un largometraje que un buen cortometraje. Da la sensación que se queda corto al desarrollar una historia romántica frustrada por los condicionamientos sociales.
Nos encontramos, por tanto, ante una cinta más curiosa que lograda que le sirve al realizador para realizar unos cuantos guiños cinéfilos a la citada Johnny Guitar y a los wésterns de John Ford y Sergio Leone. Además de la citado trabajo de Pascal, cabe destacar la excelente banda sonora de Alberto Iglesias, que alcanza la excelencia en la lírica música con aires de Ennio Morricone que acompaña a los títulos de crédito.