Puntuación:
Arriesgada e irregular ópera prima que mezcla elementos documentales con otros claramente fantásticos para mostrar los cambios en una zona rural.
Siempre es gratificante que las óperas primas apuesten por el riesgo a pesar de estar lejos de la perfección. Es el caso de Secaderos, primer largometraje de ficción de la cineasta Rocío Mesa tras su documental Orensanz.
Como en gran parte de los debuts, la directora refleja parte de su trayectoria vital en su obra. Ella vivió durante su infancia en una de esas zonas de cultivo de tabaco repleta de naves algo destartaladas donde se secaban las hojas previamente a su comercialización. Quizá por ello las imágenes de su película respiran aroma documental, especialmente en el comportamiento de esos adultos que tienen que hacer frente a una situación difícil y se ven obligados a vender esas tierras que han formado parte de sus vidas y la de sus ancestros. Hay momentos en los que parece que el largometraje capta de manera directa la realidad a pesar de tratarse de una cinta guionizada. Gran parte del merito hay que otorgárselo a la sensible dirección de actores de Mesa, que logra que sus intérpretes no profesionales resulten naturales y no opten por ninguna sobreactuación.
No obstante, lejos de ofrecernos un retrato costumbrista de sus gentes y una denuncia de un mundo en crisis que ve peligrar su existencia por culpa de la especulación inmobiliaria, la realizadora andaluza introduce un elemento fantástico: un monstruo construido con hojas de tabaco que vaga por las tierras y al que solamente pueden ver los niños. A través de este personaje, que anda melancólico por el lugar, la película muestra la tristeza por la desaparición de un modo de vida y sus costumbres.
Sin embargo, a pesar de los más que estimables resultados, la cinta resulta algo descentrada. Las dos tramas que vertebran el largometraje, la de una niña de ciudad que visita en verano el pueblo para ver a sus abuelos y el de una adolescente que parece harta de la zona, no parecen las más interesantes dentro del conjunto. El drama de los abuelos de la pequeña, dolidos por tener que vender sus tierras, o el del padre de la joven, que tiene que afrontar problemas econónomicos por su intención de mantener su modo de vida como cultivador de tabaco, roban protagonismo e intensidad a los dos ejes argumentales principales.
Pese a todo, Secaderos es una de las óperas primas más valientes e interesantes del cine español de este 2023. Habrá que seguir la pista a su directora.