
Protagonizada por una chica algo torpe y perdida (Sydney Sweeney), y un chico aparentemente seguro de sí mismo (Glen Powell) la película nos muestra que el amor a veces se encuentra cuando menos se busca. Así como lo simple, emocionante y excitante que puede llegar a ser.
Debo aceptar que a la hora de elegir el género de cine que más me atrae, las palabras «comedia» y «romántica» son lo último que se me viene a la cabeza. A pesar de eso, motivada por la enorme fama del film (y por que era San Valentín) me pasé por el cine para encontrarme con una grata sorpresa. Lo cierto es que sí, el film engancha de principio a fin. Haciendo que, sobre todo aquellas personas que sí creen en el amor, sientan mariposas en el estómago.
Desde el principio se deja muy claro ese tono de comedia que nos hace replantearnos la seriedad de los hechos, pero eso es específicamente lo que más llama la atención. Ya no hablamos de una película romántica clásica, hablamos de una comedia que no busca ser misteriosa, sino generar sonrisas.
Puede que desde un punto de vista más crítico, dejando de lado tanto sentimiento, el film sea muy predecible. Puede incluso que si este texto fuese escrito por otra persona, resultase hasta aburrido o repetitivo. Y de hecho, puede que lo sea, como ya mencioné la película no trata de tener ese aura de misterio sino que se muestra muy auténtica, algo cliché y desde luego predecible. Puede que sean esos rasgos los que la hayan llevado a esta tremenda popularidad, puede que viéndola nos olvidemos un momento de nuestra visión crítica y simplemente disfrutemos de un buen momento.

Dentro de los parámetros, «Cualquiera menos tú» no sale de lo convencional, pero tampoco se esfuerza en hacerlo. Es de valorar la increíble tensión entre los protagonistas, que va creciendo según se desarrolla su relación hasta llegar a un punto de no retorno. Con diálogos clásicos, chistes naturales y escenas de lo más variadas (lo que no quita que sigan siendo predecibles), esta película podría denominarse como «correcta», de esas que dejan buen sabor de boca pero que no entran en tu cabeza o cambian tu vida.
Desde luego no es una historia profunda, ni siquiera es una grandísima película, pero vale la pena por unas risas y un momento agradable.