Puntuación:
El largometraje contentará al público palomitero menos exigente, aunque no destaque ni dentro del subgénero ni de la franquicia a la que pertenece.
La denominada franquicia MonsterVerse ha mezclado elementos de las películas de King Kong, especialmente de la mítica versión dirigida por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack en 1933, con otros elementos del llamado kaiju, género de monstruos procedente de Japón. Todo ello adornado con la última tecnología en efectos visuales y la espectacularidad habitual de los blockbusters de Hollywood.
Warner/Legendary
Godzilla y Kong: El nuevo imperio es la quinta entrega después de Godzilla, Kong: La Isla Calavera, Godzilla: rey de los monstruos y Godzilla vs. Kong. El director Adam Wingard, autor de esta última, repite en otro espectáculo donde las peleas entre monstruos son el plato principal. Aquí la excusa es la amenaza proveniente del submundo en el que habita el gran simio y al que acudirán los especialista en seguimiento de titanes y, casi obligado, Godzilla.
Aquellos que busquen los momentos de peleas entre seres espeluznantes no se verán decepcionados. El firmante de Tú eres el siguiente, a diferencia de Michael Bay, logra que sigamos sin problemas los aparatosos enfrentamientos entre titanes.
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Sin embargo, la cinta muestra síntomas de agotamiento, especialmente con un argumento sencillo que el director y sus guionistas embrollan sin demasiado sentido. De hecho, son tan torpes en este sentido que tienen que verbalizarlo de manera bastante confusa. Por otra parte, la maniobra de convertir en aliados a los enemigos frente a un enemigo ya se ha convertido en un recurso tópico, especialmente en el cine de superhéroes. En el apartado de elementos negativos también hay que añadir la falta de sustancia de los personajes humanos, que un grupo competente de actores capitaneados por Rebecca Hall y Dan Stevens defiende como puede, y una reflexión un tanto superficial sobre las relaciones entre hijos y padres adoptivos.
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En resumen, Godzilla y Kong: El nuevo imperio contentará al público palomitero menos exigente, aunque no destaque ni dentro del subgénero ni de la franquicia a la que pertenece.