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La hija del cineasta M. Night Shyamalan nos ofrece una película en la que inyecta cierta atmósfera, pero que falla en un guion con más pretensiones que logros.
Ishana Shyamalan dio sus primeros pasos como directora adulta de la mano de su padre M. Night Shyamalan. Fue una de las realizadoras de Servant, una serie auspiciada por su progenitor para Apple TV que reunía casi todas las constantes del autor de El sexto sentido. En los capítulos que firmó ya dejaba entrever que había aprendido bien de su padre. Una cierta exquisitez formal y un sentido de la atmósfera remitían claramente al particular universo del creador de El protegido.

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Su ópera prima en la gran pantalla, Los vigilantes, vuelve a dejar constancia de sus valores de cineasta, aunque también la deuda con su ADN. Si por algo destaca esta primera obra, respaldada por M. Night en la producción, es por un envoltorio visual cuidadísimo. Ishana sabe sacar partido del fuera de campo, crea cierta tensión y clima malsano, la puesta en escena resulta elegante y demuestra que sabe dirigir actores.
Sin embargo, el armazón narrativo del filme, basado en una novela homónima de A. M. Shine, resulta sumamente pobre. En todo momento, la película aspira a ser algo más que una producto de terror al uso para hablarnos de asuntos tan elevados como la culpa y la tristeza que nos invade cuando perdemos a un ser querido. Lo hace a través de la historia de una traumatizada joven, a la que da vida una adecuada Dakota Fanning, que se pierde en un extraño bosque y se encuentra atrapada en él junto a otros tres extraños, aterrados igual que ella por unas criaturas que aparecen de noche y a las que tienen que rendir pleitesía.

Ishana, que también firma el guion, plantea bien la situación, pero no sabe desarrollarla de manera adecuada. Le falta perfilar más al resto de personajes que acompañan a la protagonista y la cinta parece avanzar a trompicones hasta un desenlace algo anticlimático que, como su padre, intenta ser sorpresa, aunque resulte no serlo tanto.
Pese a todo, Los vigilantes no aburre, pero quizá no cumpla con lo que su directora se propusiera en un primer momento. Es cierto que la cinta huye del efectismo barato y resulta más sofisticada que la mayoría de las películas de horror convencional, pero tampoco alcanza a ser algo más que un producto de género con más pretensiones que resultados.