Aquí y Allá. Retrato de familia

Crítica de cine de la película ‘Aquí y Allá’.

No sé muy bien si esta película ‘Aquí y Allá’, del director madrileño Antonio Méndez Esparza, que llega este viernes 1 de marzo a nuestras carteleras de la mano de A Contracorriente Films, va a tener la repercusión que se merece, al no ser una gran producción incluso siendo una cinta que aunque ha ganado premios y ha sido tan reconocida en tantos festivales. Seamos realista expone un buen cine pero no el comercial que llena pantallas, aunque haya sido la ganadora del Gran Premio de la Semana de la Crítica en la última edición del Festival de Cannes.

Pedro regresa a su pueblo, Sierra de Guerrero (México), tras haber vivido durante un tiempo en Estados Unidos. Allí se reencuentra con su mujer y sus dos hijas, éstas últimas no se muestran tan receptivas con él cariñosamente como cabía de esperar a su vuelta. Pero las dificultades económicas con las que se encuentra son las mismas, no hay ilusión ni ve salida en ese lugar. El ve en la música un futuro, pero su ilusión se va truncando con el paso del tiempo que le enseña que no es algo que le sirva para salir adelante; por lo tanto como muchos otros piensa que volver a emigrar sería la solución para sobrevivir.

Un retrato familiar y las consecuencias de la separación de uno de los miembros de la familia, por tener que emigrar para labrarse un futuro mejor, sin saber que pierde un pedacito de él mismo en cada partida, que cada día de sus hijas es un año perdido y que ya puede que no lo pueda recuperar. Efectivamente es innegable que esta situación acontece diariamente a nivel mundial, pero no quiere decir que sea beneficio, es bueno en relación personal- trabajo y culturalmente ganado en conocimientos, pero quizá no con respecto a los sentimientos y a los arraigos, a los días a días pasados sin los seres queridos, o al menos no todos estamos o estaríamos acostumbrados a ello.

Los orígenes y las costumbres marcan la personalidad de cada uno y todo el mundo quiere volver a su lugar de origen, el estar de acá para allá toda la vida es algo que no creo que mucha gente pueda soportar se necesita un asentamiento físico y mental para lograr una estabilidad necesaria para la vida.
El tiempo y la distancia marca un desarraigo descomunal, aunque el ser humano suele recordar siempre lo bueno, pero hay que tener en cuenta que el hacer otra vida, tener otros objetivos hace que cada uno mire con otra perspectiva lo anteriormente vivido, puede que para mejor o para peor dependiendo de casa persona.

Las situaciones que muestra el director de este estreno de cine, de esta familia nuevamente reunida alrededor de un mesa, expone tensiones con esos largos silencios, con esas miradas incomodas, con esas frases pensadas pero no habladas, que da miedo el pensar que uno pueda sentirse así, solo pero acompañado, con parientes alrededor y no saber comunicarse, remarca la frialdad del ser humano ante situaciones que deberían ser todo lo contrario: un reencuentro una alegría.

Naturalidad es la característica principal que se plasma en cada escena realzando las costumbres y cultura del pueblo que retrata como si de un cuadro en movimiento fuese. Con unos actores que parece que estuvieran viviendo su propia vida en pantalla, también es verdad que para ellos esta situación no es nada desconocida y la viven día a día; no por ello deja de ser dura. Lo que destacaría del guión y dirección es la sencillez con la que el proyecto se ha llevado a cabo por lo que cada imagen te engancha porque se ve cotidiana, real y llega al espectador algo que hoy en día difícil de ver en pantalla con una película tan realista e intimista.

La sinceridad y lo simple, pero auténtico y genuino, rodea toda la película, en imágenes, en contexto, en diálogos e incluso a la hora de elegir los nombres de los protagonistas que ambos cuatro, padre, madre e hijas llevan el mismo nombre en el film que el que tienen en la vida real.