Crítica de Navidades, ¿bien o en familia?

Lástima que, a pesar de abordar asuntos interesantes, la película nunca acabe de ahondar en ninguno, caiga numerosos lugares comunes y abuse un tanto de la sensiblería y el humor tosco.

La directora y guionista estadounidense Jessie Nelson se ha convertido en toda una especialista en películas familiares. En su labor como realizadora es la responsable de Corina, Corina, la historia de una sirvienta negra que se acaba enamorando de un viudo blanco y padre de una niña en los turbulentos años sesenta, y Yo soy Sam, cinta que seguía los pasos de un discapacitado psíquico que lucha por conservar la custodia de su hija. Por otra parte, en su faceta como escritora cinematográfica, ha participado en libretos de filmes que se centraban en las relaciones entre personas del mismo clan, como Quédate a mi lado o ¡Porque lo digo yo!. Si a ello sumamos que es la artífice del argumento de Fred Claus, el hermano gamberro de Santa Claus, podemos comprender qué ha llevado a la cineasta norteamericana a interesarse por Navidades, ¿bien o en familia?, una mezcla de drama y comedia con la cena de Nochebuena como telón de fondo.

Como tantos otras películas que abordan las relaciones entre individuos que comparten lazos de sangre y se reúnen para celebrar la festividad cristina, el tercer largometraje como directora de Jessie Nelson presenta en un primer momento una visión poco halagüeña de las relaciones entre la parentela, aunque acabe siendo una reivindicación en toda regla de la institución familiar, que parece superar todos los problemas entre sus miembros gracias al espíritu navideño. Es cierto que este tipo de productos incluyen algunos elementos progresistas, como la inclusión de personajes gays tratados de manera positiva, pero el conjunto no se aleja demasiado del mensaje blando, optimista y tradicional de Qué bello es vivir, aunque no alcancen la maestría de la popular obra de Frank Capra.

El guion, firmado por Steven Rogers, opta por abordar diversas tramas que terminan confluyendo en la reunión del clan protagonista durante la noche previa a Navidad. Así presenciamos los problemas matrimoniales de los patriarcas, las cuitas románticas de una hija que no se ha recuperado de la ruptura con su pareja y finge una relación con un militar al que apenas conoce, los primeros devaneos sentimentales de uno de los nietos, el amor platónico que surge entre el abuelo con una camarera mucho más joven que él, la mala relación que existe entre dos de sus vástagos o la historia de un policía que detiene a uno de los miembros de la familia y decide confesarle su homosexualidad reprimida.

Lástima que, a pesar de abordar asuntos interesantes, la película nunca acabe de ahondar en ninguno, caiga numerosos lugares comunes y abuse un tanto de la sensiblería y el humor tosco. Tampoco se entiende demasiado bien que ha llevado a los guionistas a elegir como narrador al perro de los padres, un animal que no sale apenas del hogar, pero parece saber todo lo que ha ocurrido fuera de sus muros.

Navidades, ¿bien o en familia? no acaba de naufragar del todo

No obstante, la cinta no acaba de naufragar del todo gracias a su excelente reparto, donde destacan especialmente Alan Arkin, entrañable en el papel de un abuelo que se enamora de una muchacha mucho más joven que le sirve la comida diariamente, y el siempre eficaz John Goodman, estupendo como ese marido que pasa por una crisis matrimonial con la mujer con la que ha compartido su vida durante décadas.

En resumen, Navidades, ¿bien o en familia? es un filme convencional que se confundirá en la memoria del espectador con otras tantas producciones del cine y la televisión que predominan en las últimas semanas del año. No provocará la indignación de nadie, pero tampoco la sorpresa o la admiración.