Os traemos la crítica de la gran vencedora del Festival de cine San Sebastián, «La Herida», que se estrena en cines este viernes 4 de octubre.
«La Herida», ópera prima de Fernando Franco que tanto ha dado que hablar y seguirá haciéndolo, porque la película tiene su miga y da para debatir, después de llevarse en el festival el Premio Especial del Jurado y el de Mejor Actriz.
Ana (Marian Álvarez) es una joven de 28 años que a primera vista tiene una vida completa y normal un trabajo que le gusta, conductora de ambulancias, y una pareja. Pero todo eso está muy lejos de su realidad, lo cotidiano es casi un infierno cuando la rutina y el día a día se impone, cuando su incapacidad de relacionarse con la gente hace que se encierre en sí misma, y ni su pareja, ni familia sepa lo que le pasa y el distanciamiento cada vez sea mayor. La autodestrucción puede ser su campo de batalla porque lo que Ana no sabe es que sufre un trastorno límite de la personalidad o borderline.
El guión de «La Herida» refleja y expresa en escenas una sociedad que enferma, siendo la pura realidad lo que cuenta, porque las capacidades e incapacidades afectivas están presentes en todo momento, y más bien las carencias de ellas, porque no sólo el personaje en cuestión tiene un problema, trauma, enfermedad o como lo queramos llamar, porque quienes les rodean son incapaces de reaccionar ante sus actos y sacan a relucir su propia incapacidad; nadie está extenso de ello y debería ser algo ante lo que debiésemos reflexionar.
Tratar con normalidad un tema tabú y que muchos estigmatizarían como son las enfermedades psiquiátricas creo que ha sido todo un reto para el director y la actriz, quién lleva una carga impresionante con su papel, y lo han logrado (digo lo han logrado, porque según palabras del director, Marian Álvarez ha aportado muchas cosas al personaje) dando la ambientación diaria necesaria de una persona que sufre y padece pero que al mismo tiempo es incapaz de reaccionar ni pedir ayudar porque ni ella misma es consciente de lo que tiene.
La culpa es otro personaje en sí, porque todas las enfermedades psiquiátricas trasmiten y esconden una culpabilidad implícita en las vidas de las personas que lo tienen y también de quiénes les rodean, muchas veces esa culpa recae sobre ellos o sobre los demás, pero nunca saben enfocarlo de la manera exacta para superarlo por ellos mismos y focalizar el problema.
Como bien dice el director de «La Herida», ha querido enfocar al personaje relacionándose en muchos ámbitos y lo que me parece realmente importante es mostrar cómo es ella, el personaje de Ana, y el resto también, capaces de relacionarnos con un extraño, compartir con quien esté detrás de un ordenador nuestros sentimientos más íntimos, y como no somos capaces de trasmitir todos esos sentimientos, anhelos y problemas a los seres más cercanos, es un fiel y auténtico documento para ver como todos finalmente somos una sociedad que decae encerrándose en sí mismo, sin saber compartir lo más vital y lo más hondo del día a día y sus vicisitudes.
La actriz Marian Álvarez lleva a sus espaldas casi el cien por cien del guión y del trabajo de cámara, a quién atrapa con su mirada, con sus gestos, con sus reacciones, su semblante ausente y con sus cambios continuos de humor o desconsuelo, porque ese rostro esconde un miedo y una nostalgia al mismo tiempo a reaccionar y enfrentarse a lo que viene, a la realidad, porque vive en una muy ajena, en un mundo paralelo que se ha creado a su antojo, creando ilusiones que no son tales, y trasmitiendo frialdad cuando lo que estaría deseando es un abrazo de consuelo. Impresionante su actuación como ha sabido captar el personaje, lo ha hecho suyo desde el minuto cero, plasmando los sentimientos como vivos e inertes porque esa es la combinación perfecta para transmitir lo que esconde el guión.
De la rueda de prensa me quedo con varias afirmaciones, la primera de Marian Álvarez:
“Este tipo de personajes requieren una cierta objetividad, porque estamos hablando de un trastorno muy concreto y la propuesta nuestra era conocer mucho la enfermedad para saber de lo que estábamos hablando y luego olvidarlo de alguna manera. Ana no sabe que sufre este trastorno, por lo que era importante conocer para luego olvidar y ya dar el 120% y necesitaba todas mis armas para tener vida, mi propuesta era ir a tumba abierta, tirar de entraña, de sentimientos y eso era importantísimo para poder ser lo más realistas posibles con este personaje, y sobre todo desde el respeto, mucho cariño y mucho amor, era importante entenderlo pero no juzgarlo, acompañarla en el viaje”.
Hay que decir que lo consigue y su recompensa ha sido ese premio a mejor actriz.
La segunda es por parte del director y fue ante mi pregunta de por qué ambientar esta historia en un entorno sanitario y su respuesta ha sido la siguiente:
“Esto tiene que ver con el proceso de investigación que yo hice sobre la gente que padece este trastorno y te das cuenta que es bastante frecuente, que gente que padezca este tipo de trastorno desarrollen trabajos que tienen que ver con la comunidad, trabajos sociales: conduciendo una ambulancia, enfermera, en un ayuntamiento pequeño, en ONG, y concretamente es porque es gente que tiene una carencia afectiva grande, y de algún modo con su trabajo tienen una devolución, ellos dan cariño a la persona y esa persona le devuelve el cariño y es el balón de oxígeno para poder seguir adelante y no derrumbarse del todo y sentirse útil, son muy críticas consigo mismo, cargan muchísima culpa y se sienten muy inútiles.
Seguramente de pequeño les han dicho que lo eran, y haciendo ese trabajo social se sienten recompensados”.
Importante esta aportación para comprender lo que la película cuenta y para qué, y ante todo con el respeto que lo narra.
Viendo «La herida» uno se da cuenta de la cantidad de recovecos emocionales que cada persona puede llegar a tener de las heridas y cicatrices que sea acumulan, pudiendo incluso no verse, influyendo tanto o más el pasado, presente e incluso el futuro.
Una dura e intensa historia necesaria de contar para relativizar muchas cosas y abrir la mente ante los actos adversos de la vida, y de paso dar un repaso a la sociedad en sí que tantos remilgos tienen ante determinados temas a tratar abiertamente.
Te doy toda la razón deberíamos tener más películas de este tipo para concienciar a la gente y dejar de estigmatizar a quien padece este tipo de trastornos que nadie está exento de ello a lo largo de su vida, ya que las enfermedades mentales pueden aparecer en cualquier momento de nuestra vida.
Nos os podéis ni imaginar lo que sufre una persona con este trastorno. Gracias a películas como esta, la sociedad puede conocer algo más sobre estos trastornos.
quien no padece esta enfermedad no puede saber que se siente…