Crítica de Las buenas intenciones, la necesidad de las igualdades

Buscar la igualdad en la sociedad es toda una utopía, tan complicado encontrar ese equilibrio necesario entre paises, razas y sexos sin necesidad de distinción y mucho más en los tiempos que corren, que a la mínima nos sentimos invadidos.

Gilles Legrand intenta poner su granito de arena con su reflexión de lo que en nuestros días se vive en cuanto a la inmigración y cómo puede afectar a cada persona, y cómo lo encara cada una de ellas, las que vienen y las que reciben a personas de otras culturas.

Isabelle es una persona activa y que le gusta ejercer la ayuda humanitaria. En estos momentos ayuda a gente que viene de fuera a conocer su idioma, así como a gente del mismo que no tiene conocimientos a leer y a escribir para poder adaptarse a la sociedad. Ahora en el mismo centro donde ella imparte sus clases llegará una chica joven, con nuevos métodos que hará que su puesto peligre. Será el momento de renovarse ante ella, ante sus alumnos y su familia, ¿aceptarán todos sus cambios?

El humor aquí en Las buenas intenciones es simple, en guion por parte de Léonore Confino y Gilles Legrand y llega, aunque pueda parecer que el tema que se trate no sea lo más adecuado en la forma, pero aquí Gilles Legrand ha puesto el punto de humor y la exposición en la propuesta en contrapunto del resto de personajes, que como comedia coral ayudan a que cada trama sea distinta y tenga su punto de distinción.

Pero el fondo va mucho más allá, la palabra tolerancia y adaptación no solo se muestra aquí en los inmigrantes, si no en aquellos que intentan ayudar y que al mismo tiempo parece por momentos que solo están cubriendo su ego, hace una gran reflexión del fondo de la ayuda en muchos casos, y como la competitividad a veces frena la tarea de extender la mano al prójimo, que al final es lo que cuenta.

En esta comedia ligera Agnès Jaoui destaca por la naturalidad que muestra en su persona, en toda la ligereza que trasmite en cada determinación que tome, dándole el toque de inconciencia que necesita su papel, todo ágil, rápido, sin pararse a pensar, como suele hacer una persona que lo hace por supervivencia o instinto y buscando siempre lo positivo.

Las buenas intenciones es una película donde la palabra amabilidad podría calificar el resultado final, no intenta entrar en nada extremadamente importante a nivel político, no ahonda en el fondo, solo a nivel personal que ya es suficiente para que luego se implante en la sociedad en sí de la forma que sea necesaria.