Ya han pasado 50 años de una de las experiencias más aterradoras que nunca pasaron por una sala de cine, el estreno de ‘Psicosis’ originó chillidos y episodios de histeria en medio mundo y se convirtió por méritos propios en un clásico del cine de terror y quizás la mejor película del género. Medio siglo después de su estreno, ‘Psicosis’ permanece como uno de los filmes más influyentes de todos los tiempos. Y no sólo por la célebre secuencia de la ducha, la más homenajeada e imitada de la historia. Alfred Hitchcock marcó una nueva frontera en la representación de la violencia en pantalla, con algunas de las escenas más memorables que aún se recuerdan.
Rodada en blanco y negro, con técnicas perfeccionadas en televisión que le permitían ahorrar tiempo y dinero, y situada entre dos obras maestras como ‘Vértigo’ y ‘Los pájaros’, ‘Psicosis’ fue el mayor éxito de la carrera del realizador inglés. A partir de entonces, sus películas cobrarían un tono cada vez más sombrío, violento y torturado, a imagen de la evolución personal del cineasta y de su obsesiva misantropía.
La historia arranca con Janet Leigh en sujetador. Ha huído con 40.000 dólares de su empresa y se detiene en un motel vacío, regentado por un joven tímido que, asegura, vive en compañía de su madre. Los espectadores se concentran en la trama delictiva y en el aspecto sexual. Cuando Marion se ducha, piensan que Norman actuará de voyeur. Y sufren un shock al asistir a su cruel acuchillamiento. Nunca antes la estrella de la película había muerto tan pronto. ‘Psicosis’ consagró la faceta de su autor como consumado publicista. El rodaje se llevó en absoluto secreto y la publicidad insistió en que no se podía llegar tarde ni contar el final. Hitchcock jugó, una vez más, con la imaginación de los espectadores y su manera de rodar fué y sigue siendo una de las mayores fuentes de las que bebe y se abastece el séptimo arte.