Crítica de Creed. La leyenda de Rocky
Coogler ha logrado revitalizar la franquicia cambiando algunos elementos y dándole un look visual más moderno, pero manteniendo su esencia.
Stallone cuelga los guantes para convertirse en el entrenador de un joven negro que intenta abrirse paso en el mundo del boxeo.
Rocky Balboa, la sexta entrega de la saga protagonizada por El semental italiano, puso de manifiesto el apoyo que seguía teniendo en taquilla el púgil encarnado por Sylvester Stallone. No obstante, el filme demostraba lo ridículo que resultaba que el veterano actor norteamericano saliera al cuadrilátero para enfrentarse con un hombre mucho más joven que él. Parecía que la vieja estrella se resistiera a reconocer que ya no tenía edad para dar puñetazos en un ring.
De hecho, el intérprete volvió a ponerse los pantalones cortos en la risible La gran revancha para enfrentarse con Robert De Niro, otro actor ya en la tercera edad que había encarnado a un luchador en la magistral Toro Salvaje.
Creed. La leyenda de Rocky supone un paso intermedio entre el respeto a la saga iniciada en 1976 y la renovación. Por un lado, Stallone cuelga los guantes para convertirse en el entrenador de un joven negro que intenta abrirse paso en el mundo del boxeo. En cierta medida, su papel se parece al que interpretara Burgess Meredith en el largometraje que diera origen a la franquicia, aunque tenga un mayor peso en la trama. Sly aprovecha su evidente debacle física para impregnar de emoción a un personaje que tiene que luchar por seguir vivo mientras da la alternativa a una estrella en alza.
El nuevo púgil no es precisamente un personaje desvinculado de la serie de películas. Se trata del hijo de Apollo Creed, nacido de una relación fuera del matrimonio y adoptado por la viuda del mítico oponente de Rocky, que le ha dado una vida más o menos acomodada. En este sentido, el protagonista es mucho menos ingenuo que el personaje de Stallone en la cinta que dio origen a la saga. No es precisamente un ignorante que se dedica a partirse la cara con otro porque no sabe hacer otra cosa, sino un individuo que ha recibido una buena educación y siente verdadera pasión por el deporte que encumbró a su progenitor, precisamente la sombra que se cierne sobre su carrera. También su pareja se encuentra alejada de la apocada chica que encarnara Talia Shire en las primeras entregas de la franquicia. Muy al contrario, nos encontramos con una mujer que lucha contra sus limitaciones físicas para abrirse paso en el mundo de la música.
El director y guionista de Creed. La Leyenda de Rocky, Ryan Coogler, responsable de la premiada Fruitvale Station, imprime fuerza a una obra que, como la mayoría de las películas de la serie, mezcla drama de superación, romanticismo y, por supuesto, combates cuerpo a cuerpo dentro de un cuadrilátero. Eso sí, fiel a sí mismo, el cineasta añade su particular gusto por abordar historias protagonizadas por afroamericanos, en este caso el púgil , encarnado por un sólido Michael B. Jordan, y su novia, a la que da vida Tessa Thompson.
Lo hace, eso sí, incluyendo inevitables guiños a los fans de la saga madre, como la presencia de algunos acordes del tema Gonna Fly Now a lo largo de todo el filme y la célebre subida por las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia.
En resumen, Coogler ha logrado con Creed. La Leyenda de Rocky revitalizar la franquicia cambiando algunos elementos y dándole un look visual más moderno, pero manteniendo su esencia.