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Puntuación:
Emotiva y sensorial historia de amor homosexual ambientada en la Italia de los años ochenta.
El director Luca Guadagnino tiene la habilidad de impregnar sus películas de una extraña atmósfera, donde el paisaje, la música o el clima tienen tanta importancia o más que el guion o los personajes. Un ejemplo lo tenemos en Cegados por el sol, la versión libre de La piscina, que convertía la isla italiana de Pantellería, su aspecto volcánico y el sofocante calor que aguantaban los protagonistas en uno de los detonantes de su particular tragedia.
Con Call Me by Your Name vuelve a demostrar su capacidad para crear atmósferas cautivadoras. En esta ocasión, los bellos paisajes italianos en verano y una banda sonora que mezcla con sensibilidad temas instrumentales y canciones de pop logran que el escenario sea el más propicio para la historia de amor entre un estudiante de doctorado y un adolescente con dotes musicales.
Sin embargo, la película le debe también bastante al autor de su guion: el veterano cineasta estadounidense James Ivory, que utiliza como base de su libreto la novela homónima de André Aciman. De hecho, su argumento recuerda a una de las obras más conocidas del director: Maurice, adaptación de un libro del británico E. M. Forster. Ambas nos hablan de historias truncadas de amor gay, aunque estén ambientadas en tiempos distintos: mientras que aquélla transcurría en la época eduardiana, la cinta de Guadagnino tiene lugar en los años ochenta.
Influencias aparte, el filme logra triunfar por su habilidad casi sensorial para transmitir la atracción entre los dos protagonistas. Por otro lado, la opción de mostrarnos la trama desde el punto de vista del más joven de los amantes le otorga un aire de ingenuidad y ternura que aumentan más si cabe la emotividad de sus imágenes.
También cautiva ese tono nostálgico sobre el paso del tiempo que emana la película. Nos encontramos ante dos personas que terminan una etapa de su existencia: el mayor deja la juventud para adentrarse en una previsible madurez, mientras que el menor abandona la pubertad para ingresar en la mayoría de edad. Los dos descubrirán, como nos recordaba Jaime Gil de Biedma en uno de sus más célebres poemas, “que la vida iba en serio uno lo empieza a saber más tarde”.
No obstante, nada sería igual sin su estupendo reparto. Timothée Chalamet convence sin aspavientos como el adolescente protagonista, mientras que Armie Hammer sorprende por su contención como su objeto de deseo. En un rol más secundario destaca Michael Stuhlbarg, como el padre del muchacho enamorado, que imprime emoción a uno de los mejores monólogos que hemos escuchado en el cine durante los últimos años.
