Crítica de Miel. Un retrato duro pero necesario sobre la eutanasia

Ya pudimos disfrutar de Miel, la maravillosa ópera prima de Valeria Golino, en el pasado VI Festival de Cine Italiano en Madrid.

Ahora ya la tenemos en cartelera de la mano de Good Films.

Irene (Jasmine Trinca) ha dejado de lado sus estudios, sin que nadie de su alrededor sepa nada al respecto de hecho por ello en cierta forma lleva un doble vida, para realmente ocuparse nada más de llevar a cabo una labor en la que cree, que no es otra que paliar el sufrimiento de gente que está en fase terminal o en situaciones extremas de salud, su nombre en este ámbito de su vida es Miel.

Pero un buen día se cruza en su camino un hombre de 70 años el Sr. Grimaldi (Carlo Cecchi) que requiere de sus servicios, pero ella se ve incapaz de llevar a cabo su cometido cuando realmente se da cuenta que él simplemente está pasando una depresión, y que aunque para él sea toda una razón para querer terminar sus días, Miel no lo encuentra dentro de los principios en los que ella cree. Ahí la balanza de la ética y moral se pondrá en jaque a Miel, y ya todo no será igual para ella.

Si Miel se quedara meramente en lo efímero de la temática que trata y solo hiciera un visionado global de este tema social que puede llegar a ser tan candente, estaríamos ante una propuesta más, pero nos encontramos ante un planteamiento lógico y con muchos tintes éticos, donde la directora ha incidido con precaución y determinación en los pequeños detalles que son siempre los que dan sentido a la razón y al buen hacer. Hay que resaltar el tono pausado que posee la cinta que es genial y que te engancha desde el principio, con unas estupendas actuaciones.

Miel es contundente, elegante en su forma y contenido, con la lentitud de las buenas obras y la serenidad y pausa de un buen guión compacto y estructurado a la perfección delineando todos y cada uno de los fotogramas que forman el conjunto de una propuesta que para nada deja indiferente. Todo ello ambientado en una tonalidad excelente en cuanto a diálogos y por supuesto a fotografía.

Hay veces que las películas las determinamos como buenas, malas o regulares, en el caso de Miel yo la consideraría necesaria, e imprescindible para abrir un debate sobre la eutanasia, que tan miedo otorga la palabra en sí, más que esa, diríamos que la muerte es la que nos da pánico, y no es una muerte cualquiera, sino una necesaria y solicitada para dejar de sufrir, porque personalmente no creo en aquello que aquí, a este mundo hayamos venido a ello, y es lo que se refleja en el personaje, Miel, que en sus creencias en su personalidad y principios van más allá, donde la vida es algo más que contar días sin ningún futuro, siempre y cuando el afectado lo quiera por supuesto y todo dentro de unos márgenes.

En muchas ocasiones entramos en sintonía con los guiones y las propuestas cinematográficas porque lo que se nos cuenta nos atrae y si además estamos en concordancia de opiniones con ello más todavía. Eso es lo que ocurre aquí que te impacta por la naturalidad a la hora de exponer todo, te puedes sentir identificada con muchos de los actos, porque ves que todo está dentro de un prisma objetivo que deja fluir los sentimientos y eso hace mucho a la hora de crear un buen feeling con el espectador. Y lo mejor de todo, que si no estás de acuerdo no se alarmará uno al respecto, pues todo está tratado con extremo cuidado para no herir sensibilidades, y se plantea como debe ser, una opción.

Miel es un retrato duro de juventud con conciencia, con ideales y con perspectivas de futuro e inquietudes sociales, más allá de las meramente personales e intrascendentales. Además de buscar en el guión una libertad en la sociedad para poder opinar y actuar libremente, sin que nadie marque unos cánones establecidas con respecto a la propia vida de uno mismo, en determinados casos concretos, Miel no habla de una generalidad si no de una determinación libre ante situaciones extremas.