Crítica de Taxi Teherán
Oso de Oro (Mejor largometraje) y Premio FIPRESCI en la pasada edición del Festival de Berlín.
Las situaciones que se recrean no resultan cien por cien creíbles, uno las siente un tanto caricaturizadas.
Las películas que son reivindicativas suelen ser bastantes atrayentes para el público cinéfilo por el contenido y normalmente por su forma, además si el film en cuestión, como es Taxi Teherán de Jafar Panahi, que se alzó con el Oso de Oro (Mejor largometraje) y Premio FIPRESCI en la pasada edición del Festival de Berlín, uno desde luego espera otra cosa muy distinta de lo que se encuentra después.
Un taxi con un conductor muy particular recorre las calles repletas de Teherán. Viajeros muy diversos entran y salen del vehículo, dejando en él su opinión al respecto de la vida en su país siempre a través de su mirada y de sus vivencias, entrevistados por el taxista que no es otro que el propio director de la cinta, Jafar Panahi. Todo rodado por una cámara que está en el propio coche y que quiere captar el ambiente de su país.
El director iraní fue detenido en 2010 mientras rodaba una película clandestina sobre el fallido levantamiento del Movimiento Verde de 2009 en Irán, acusado de «rodar una película en contra del régimen». Después de su encierro, una huelga de hambre y las protestas internacionales, el director tiene prohibido salir de su país y mucho menos hacer cine, pero desde entonces ya ha rodado tres películas, incluida ésta, y todas estrenadas, eso sí fuera de su país, ingenio no le falta para que pasen la frontera.
Con “Esto no es una película” bien es verdad que el director nos sorprendió a todos por su impactante forma de grabar, de reivindicar y de contar de una manera directa su situación entre cuatro paredes, quizá ahí se acercó mucho más al espectador al ser algo más propio, humano y directo. Aquí en Taxi Teherán, todo queda ficticio y forzado, a la vez que todo ya está narrado por él y por muchos otros en tantos trabajos que plasman la situación del país.
Además las situaciones que se recrean no resultan cien por cien creíbles, uno las siente un tanto caricaturizadas y no nos llega el dramatismo o intensidad que se pudiera impregnar con denuncias sociales. Discusiones entre pasajeros que se quedan en el aire dejando poco poso de ser convincente ante el espectador.
En cierta forma puede la cinta falle en el tono y en la forma porque le falta cierto dinamismo al ritmo inquirido en el metraje. Que una duración de setenta y cinco minutos te parezca muchísimo más da que pensar al respecto.