sábado , febrero 8 2025

Asalto al poder. Objetivo: Asalto a la Casa Blanca

Ya podéis leer nuestra Crítica de «Asalto al Poder», protagonizada por Channing Tatum, que llegará a las salas de cine el próximo 13 de septiembre.

En Hollywood hay algo peor que su afán por exprimir lo que dio frutos, ya sea a través de remakes, secuelas, reboots o adaptaciones de series famosas en otras épocas; y es cuando dos estudios se empeñan en estrenar el mismo año dos películas con argumentos iguales. Ya ocurrió en 1998 con “Armageddon” y “Deep impact” y también el año pasado con el cuento de “Blancanieves” (en este caso, incluso hubo versión española). Y lo que acaba pasando es que el espectador las confunde, mezcla o simplemente evita una de ellas, creyendo ya haberla visto.

Y esto es lo que ocurre con “Asalto al poder” que comparte idea con la película de Gerard Butler y Antoine Fuqua estrenada el pasado mayo, “Objetivo: La Casa Blanca”. Es decir, qué ocurriría si se atacase el lugar más seguro y protegido del mundo: La Casa Blanca. Ambas películas demuestran que es más fácil de lo que parecía, puesto que el Servicio Secreto al que tanto quiere pertenecer John Cale (Channing Tatum), para impresionar a su hija (Lisa Simpson en carne y hueso), es derrotado en un fugaz ataque que pone en peligro al Presidente de los EE.UU (Jamie Foxx), que deberá confiar en el hombre declarado no apto para protegerle.

Crítica de "Asalto al Poder".

De esta forma, Tatum se erige como el héroe imbatible, la figura creada por John McClane de que un hombre suficientemente motivado puede con todo un ejército de anormales terroristas se repite en esta cinta, salpicada por ideas e iconos tomados de otros éxitos como “Independe Day” (del mismo director, y homenajeada en esta película) o la mismísima “Air Force One”, con un presidente que no va a esconderse, sino que es tan luchador como el encarnado por Harrison Ford, pero llevado unas ‘Air Jordan’. Pero si aquí hay un héroe, ése es el guionista, James Vanderbilt (“The amazing Spiderman 2”), que le vendió a Sony Pictures por 3 millones de dólares un guión que debió escribir en una servilleta mientras esperaba un taxi.

Y el elegido para firmar este despropósito no podía ser otro que el director alemán Roland Emmerich, el cual posee un título con matrícula de honor en explosiones y destrucciones gratuitas. Y como no podía ser menos, aquí hace gala de ello, regalando explosiones por doquier, que son innecesarias por muy bien filmadas que estén.

Mención aparte debe tener la motivación de los personajes, que van desde el bueno buenísimo que sólo intenta que su hija le haga caso (y se perdió su función, ¿de qué me suena eso? ¡Ah, sí! De otras cien películas americanas…), pasando por el presidente negro estereotipado (aunque tiene el mejor chiste de la película, muy ofensivo, pero el mejor) y llegando al villano egoísta que sólo vela por su venganza e interés, dándole igual que mueran miles de millones de personas.

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A pesar de todo esto, y aún teniendo un protagonista que no da la talla, la película se presta a la autoparodia y a la acción desmadrada, encallando sólo en una duración excesiva y totalmente innecesaria que torpedea en exceso un producto que podía haber tenido mejor aspecto final.

En resumen, salvando sus múltiples errores, deficiencias y despropósitos, la cinta es un buen producto de acción, estando entretenida en la mayoría de su tramo. Son sus secundarios (Maggie Gyllenhaal, Richard Jenkins y un gran James Woods) los que consiguen mantener la atención del espectador, proporcionando los mejores diálogos, puesto que las mejores escenas son las de acción.

Lo mejor: Las escenas de acción, pero no son apoyadas por el resto de factores necesarios como para dignificar el resultado final.

Lo peor: Su excesiva duración y su primera y última escena, donde el Presidente quiere hacer “eso”. Totalmente innecesarias, no aportando nada interesante a la historia y alargando el metraje.

Nota: 5

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Una Crítica de cine de Eduardo Quintana.

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