Después del gran tirón en la cartelera de cine nacional de Ocho apellidos vascos, Universal vuelve a apostar por otra película española.
En esta ocasión la afortunada no es otra que La vida inesperada de Jorge Torregrossa, con guión de Elvira Lindo.
Juan (Javier Cámara) lleva ya diez años viviendo en New York, en busca de sus sueños, uno de ellos ser actor, y lo es. De repente va a tener una visita, cuanto menos incomoda para él, su primo Jorge (Raúl Arevalo). La relación entre primos es distante y con tiranteces sobre todo por parte de Juan que tiene más mundo vivido, Jorge es más inocencia y a primera vista parece que su vida es triunfadora y está encarrilada. Con los días se van descubriendo entre ellos, las ilusiones y los sueños, las carencias y finalmente la verdad de cada uno saldrá a la luz incluso lo que piensan el uno del otro.
Elvira Lindo ha construido en La vida inesperada un guión piramidal que va de menos a más creciendo en emociones y sentimientos a base de golpes de la vida y de la realidad que se agolpa en soplos de experiencias que marcan a los personajes y hacen poner los pies en la tierra aparcando los sueños para vivir el existencialismo de la rutina y de lo real, la vida, con sus partes negativas y positivas.
Todo ello, como no, aderezado con mucho corazón, tirando con corazonadas intentando evitar el raciocinio para tener una vida de ensueño, hasta que el tope llega y los personajes se encuentran con una vida inesperada o destino, que no quiere decir que no deseada pero si igual no la esperada. Porque lo que si muestra La vida inesperada, que para llegar a la meta final sea cual sea, primero hay que dejarse la piel soñando, o al menos intentando recrear en las vidas lo deseado se consiga o no finalmente, si no quedará un regusto de derrota total.
Lo que engancha, además de unas estupendas actuaciones, es el fondo que hay en cada conversación, nada queda al aire, todo tiene un porqué y un mensaje muy definitivo. Diálogos inteligentes con chispa elegidos a la perfección para cada actor, que lleva su personaje hasta el límite de los sueños, de las experiencias y de su pasado enfrentándose a su presente, todo ello con mucha calma, sobriedad pero con un humor sobrio e inteligente que además de hacernos sonreír hará que reflexionemos antes unas situaciones que bien pueden ser reflejo de cualquiera hoy en día.
Jorge Torregrossa, que se ha curtido en series, consigue con La vida inesperada, su segundo largometraje después de la irregular Fin, un trabajo excelente, pues la cámara persigue a los actores, los recoge en cada gesto, en cada mirada oportuna y determinante, y ha sabido llevar a los actores por terrenos interiores hasta descubrir el fondo de cada uno y sus anhelos.
Además de ser sutil, fresca, dinámica y con mucho trasfondo, me gustó mucho el juego que tanto el guión como director han llevado para provocar al espectador y incluirle en la película, cuando Raúl Arévalo en su personaje se siente reflejado con todas las obras que ve. Así puede salir uno de la película o no, pero al menos sientes empatía por lo protagonistas y eso ya es signo que lo que has visto te ha llegado. Porque finalmente, todas las películas no dejan de ser reflejos de la propia vida y se curten de las vivencias y experiencias en sí.
Y como colofón y algo que está muy presente en La vida inesperada, es una música excepcional que nos hace remontarnos al mejor del cine clásico con unas sistonías pegadizas y ensoñadoras del celuloide, algo que le dá mas empaque si cabe a esta gran comedia con grandes posos de melancolía.