Muchas veces el mayor acierto del cine es tener claro que vas a ofrecer, sin falso marketing y sin camuflajes artificiales, dejando la decisión al espectador, que es el que paga, y el que tiene derecho a elegir el producto que va a consumir.
En esta cinta de la fábrica de sueños Disney esa premisa está clara, es un producto juvenil, casi infantil diría yo, de degustación sencilla, sin pretensiones, una película de aventuras con un guión simple y malo, con un aire torpe propio de videojuego, que busca entretener sin más y a ratos lo consigue.
Esta segunda entrega de ‘La búsqueda’ es más de lo mismo, si la mezcla funciona en taquilla para que la vas a cambiar, atenuados los defectos anteriores y amplificados los aciertos las aventuras de Nicholas Cage (¿quién le asesorará en el peinado?), son hasta resultonas si sabes lo que vas a ver.
De la trama poco se puede decir, el buscador de tesoros Ben Gates se ve de nuevo envuelto en una increíble aventura en la que se relacionan capítulos desconocidos de la historia con tesoros ocultos. Cuando una página del diario de John Wilkes Booth, el asesino de Abraham Lincoln, sale a la luz, el tatarabuelo de Ben se ve implicado como el principal conspirador del magnicidio. Decidido a probar la inocencia de su ancestro, Ben y su equipo emprenden un viaje para intentar descubrir uno de los tesoros más buscados del mundo. Más de lo mismo.
Los malos son menos malos que nunca y los secundarios son algo más importantes y dan un toque de humor muy necesario en este tipo de películas, consiguiendo una sonrisa en algunos momentos de tedio. Aunque la resolución continua de puzzles y enigmas se hace monótona, el tramo final más animado es beneficioso y consigue dejar buen sabor de boca.
Para comerte unas palomitas y olvidarla después.
5,6 sobre 10.
Rafael Calderón Luna.