La violenta, extrema y bizarra ‘Thirst’, del cineasta Park Chan-wook, de quien su talento y capacidad es bien conocida por los amantes de este género y del cine de culto, fué presentada en el Festival de Sitges dónde tuvo una gran acogida. El realizador además recibió el Premio Máquina del Tiempo del certamen. El cineasta oriental ha buscado alejarse de los parámetros establecidos en cuanto a los vampiros para buscar una versión original y única alejada de los estereotipos. En el filme los chupasangres no tienen colmillos y el protagonista es un cura (Song Kang-ho) que no teme a los crucifijos.
Por otra parte la película está cargada de sexo y creencias religiosas, una conjunción irreverente con el fin de marcar los dilemas morales en los que vive su protagonista, extrapolándolas hacia la sociedad entera. El conflicto entre el bien y el mal, el pecado y la rendición.
El cura católico y vampiro de Park Chan-wook se encontraba en África buscando la cura para una grave enfermedad. Lamentablemente se contagia y muere pero curiosamente una transfusión sanguínea lo regresa a la vida aunque convertido en un sediento bebedor de sangre.