Se estrena en los cines españoles la última película de David Ayer, director de “Dueños de la calle” en 2008; donde al igual que ésta, vuelve a mostrar en la pantalla grande el día a día de los policía de Los Ángeles.
En esta ocasión, la historia se centra en mostrar cómo patrullan cada día las calles los agentes Taylor (Jake Gyllenhaal) y Zavala (Michael Peña). Pero todas sus acciones acaban conectando con la misma banda de narcotraficantes, los cuales pondrán precio a sus cabezas.
Hay que empezar diciendo que el argumento no es original, ni la forma de grabarlo; pero la cinta tiene cierto encanto que ni su manido argumento ni la absurda necesidad de grabarlo cámara en mano le puede arrebatar.
La película empieza con una persecución a un sospechoso, todo se ve desde el coche patrulla, grabándose desde el interior del vehículo; con un discurso de presentación de la Policía que parece una adaptación del relatado por la “Guardia de la Noche” en “Juego de tronos”. De esta forma, lo que parece un principio curioso acaba siendo la temática general de toda la película, es decir, que todas las escenas están grabadas con pulso tembloroso y planos movidos y desenfocados.
Lo que empezó como experimento en “El proyecto de la bruja de Blair” (1999) y se exageró y explotó con “Monstruoso” (2008), aquí se usa no sólo en exceso (ésta dura media hora más de las anteriormente mencionadas) sino que también sin aportar nada nuevo que no sean escenas de cómo patrullan los policías por los peligrosos barrios residenciales de Los Ángeles.
Pero ni eso puede empañar la gran labor realizada por sus protagonistas, eclipsando cualquier otra actuación. Gyllenhaal (“Prince of Persia”, 2010) está más fresco y suelto que nunca; y Peña (“El inocente”, 2011) asume su primer co-protagonismo en Hollywood con una fuerza arrolladora, con una interpretación que es lo más destacable del fin; desmarcándose, de esta forma, de los personajes llenos de tópicos y absurdos a los que había sido relegado hasta ahora.
En resumen, nos encontramos ante una película dura, realista y que sabe reflejar el día a día de la policía, pero se pierde en su manera de mostrarlo, con múltiples cámaras que lo graban todo pero que no se entiende casi nada de lo mostrado, y que acaba mareando en exceso al espectador. Son sus protagonistas los que hacen que merezca la pena ver la película.
Lo mejor: Sus protagonistas, en especial un Peña que empieza a apuntar maneras en Hollywood más allá de roles secundarios extravagantes.
Lo peor: La decisión de grabarlo todo cámara en mano, cansando y mareando en exceso. Demasiada confusión en las escenas de acción.
Nota: 5,5
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