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Crítica de Dan Brown y El Símbolo Perdido

Dan Brown es el autor de El código Da Vinci, una de las novelas más leídas de todos los tiempos, convertido en película con Tom Hanks y Audrey Tautou, además de otros libros como Ángeles y demonios, La conspiración, La fortaleza digital e Inferno (2013).

Página web del autor: www.danbrown.com

Crítica de El Símbolo perdido

La segunda venida de Dan Brown trajo una tirada inicial de seis millones y medio de libros. Se dice que sólo en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido se vendieron un millón de copias el primer día. El listón estaba alto: había conseguido vender 81 millones de ejemplares de El código Da Vinci (2003). La película recaudó 750 millones de dólares, multiplicando por seis su inversión.

El código Da Vinci comparte personaje con El símbolo perdido. En su nueva aparición, el experto en simbología de Harvard Robert Langdon recibe una llamada de última hora para que acuda a dar una conferencia en el Capitolio. Su llegada coincidirá con la aparición de una mano tatuada con símbolos que el profesor reconoce como un mensaje dirigido.

Cuando Peter Solomon, mentor de Robert, es secuestrado, Langdon deberá aceptar la invitación al pasado, a un mundo de sabiduría oculta, para salvarle, con la única ayuda de Katherine, hermana de Peter y experta en conocimientos noéticos, bajo una espada del tiempo que corre – desde el pasado y desde el futuro – con los dos filos en su contra.

Desde las primeras páginas, El símbolo perdido es una película de acción y efectos especiales. Puede criticarse algunas repeticiones – lo que en El código Da Vinci llevaba a cabo Silas, el monje albino, aquí lo realiza uno completamente tatuado -. Dan Brown además hace con Washington lo que antes había hecho con otras ciudades donde transcurren sus libros (París, Londres, Roma). Convierte sus escenarios en un mapa, aunque esta facultad siempre ha sido competencia del lector, y aquí el autor facilita la labor desarrollando su trama en puntos de sobra conocidos por todos.

También creo necesario valorar la idea más seria que nos presenta: la validez de los conocimientos noéticos. En resumidas, implica que cuando varias (muchas) personas comparten un mismo pensamiento, esta acto cerebral común – su generosidad – tiene consecuencias físicas visibles: “Sometimes all it takes is a tiny shift of perspective to see something familiar in a totally new light”. Interese o no, la realización del potencial humano está a la vista, y la capacidad para experimentar aún por medir, porque el hombre moderno no es la medida de todas las cosas.

De calidad no hay qué decir: las críticas son menos que infundadas. El símbolo perdido rellena con creces la estela de El nombre de la rosa de Umberto Eco, El médico de Noah Gordon y El ocho de Katherine Neville. Sin Dan Brown jamás hubiésemos leído a Javier Sierra, Julia Navarro, Matilde Asensi o Carlos Ruiz Zafón. Aquí, de Dan abajo ninguno.

Como un sacerdocio, la literatura exige devoción, ofrenda. No caben suplentes, no es posible rearbitrar el rito. Quien reniega de la marca, no conoce su deporte.

Creo que cuando leemos una novela, no estamos buscando santuarios ni localizaciones para levantar un templo. Buscar protección no puede requerir herramientas, buscar – literalmente – significa ir al bosque. Enriquecerse en la linde encantada.

El placer está en el acto, no en el tesoro.

Una Crítica literaria de Alfonso García.

Acerca de Rafael Calderón

Crítico de cine, Director y Redactor jefe en Cineralia. Admito que soy un enamorado del séptimo arte que no duda en recordar que como dijo aquel, "Nadie es perfecto"

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Un comentario

  1. Pues a mi el libro me pareció un timo total. Lo compré en cuanto salió, no porque considere que Brown sea un excelente escritor (que discutible y medianamente lo es) si no porque me intrigaba saber que traía de nuevo para Langdon. El libro copia la misma formula del éxito de Ángeles y del Código, es que el autor ni se ha molestado en hacer cambios de elementos. Traslada a los personajes a París, cambia a los masones por los del Priorato de Sión y al hombre tatuado por el Albino y tienes la misma novela. La edición es tan cutre que hasta capítulos cortos tiene, cual guión de cine. Se nota a la legua que los intereses de hacer la trilogía de Langdon responden a intereses Hollywoodenses.

    No me molesta que te haya gustado, al fin y al cabo, hasta las novelas horrendas de Stephenie Meyer tienen su público. Lo que me parece increíble es que compares esta novela con El Nombre de la Rosa, te lo aceptaría de Ángeles, que viene siendo el «stencil» original de donde Brown sacó sus dos secuelas, pero este truñaco de libro es bazofia mercantilista con pretensiones literarias.

    Buen día…

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