Hace 35 años se estrenó una película centrada en la convivencia en la vida real de la familia de Tippi Hedren con grandes animales salvajes.
En El Gran rugido hubo sangre, y no era precisamente de atrezzo.
Roar, El gran rugido en España, se iba a convertir en el testimonio de la pasión por los animales de la familia formada por Noel Marshall y Tippi Hedren, la inolvidable protagonista de Los pájaros y Marnie, la ladrona y terminó convertida en el rodaje más peligroso que haya tenido lugar jamás.
Tan fuerte era la implicación de ambos en el proyecto que los hijos de ambos, Melanie Griffith y John y Jerry Marshall se interpretaban en la película a si mismos.
La idea era concienciar a la sociedad contra el peligro de la extinción de los grandes felinos, pero el rodaje terminó siendo una pesadilla tras continuos ataques de los animales que terminaron poniendo en peligro a practicamente todos los miembros del reparto y del equipo de rodaje.
Sufrieron un incendio, una inundación, el propio Noel Marshall estuvo cerca de morir por gangrena, Tippi Hedren se fracturó una pierna al caerse de un elefante y a la joven Melanie hubo que hacerle cirugía estética en la cara tras el zarpazo de un gran león.
El resultado final fue un desastre económico que casi arruinó a la familia y sentenciaría el fin del matrimonio.
La historia detrás de la película.
Todo dió comienzo con una estancia en 1969 en África. Tippi y su marido Noel descubrieron una vivienda abandonada en Mozambique tomada por 30 leones. Este descubrimiento hizo que ambos comenzaran a rondar la idea de hacer una película sobre una familia que compartía su hogar con grandes felinos.
Los amantes de los animales vieron en el proyecto la oportunidad de ayudar a la conservación de esas especies amenazadas, además de demostrar que fieras y humanos podían convivir sin problemas.
Un preparador de animales para películas de la ciudad de Los Ángeles llamado Ron Oxley les convenció de que si querían trabajar con grandes felinos, tendrían que familiarizarse antes con su comportamiento.
Se ofreció a llevarles a casa a Neil, un león que alquilaba para publicidad y televisión, Noel y Tippi, accedieron entusiasmados.
La vida con Neil se desarrolló sin apenas riesgos, pero pronto comenzaron a llegar nuevas fieras rescatadas de propietarios que no podían cuidarlas y surgieron los conflictos.
Finalmente se trasladaron junto a los animales a la reserva Shambala en el desierto de Mojave, lugar donde se desarrollaría la mayor parte de Roar.
Marshall, director también del film, interpreta a Hank, un zoológo que vive en una reserva africana rodeado de grandes felinos. Un día aterrizan en su hogar su esposa e hijos de Estados Unidos para visitarle, entonces los animales deciden atacar a los invitados. La clave y el morbo de la película es que los ataques fueron reales.
Con 150 animales en el rodaje, mantenerlos a raya era una tarea imposible. Los seis meses de filmación se convirtieron en más de cinco años, con la producción se convirtieron en once. Todos los miembros del reparto fueron heridos, y lo mismo con el equipo de rodaje. Más de setenta personas sufrieron ataques animales.
Marshall quiso hacer una película divertida y le salió una extraña muestra de la dureza de la vida salvaje. Hay primerísimos planos de los animales, y la sensación de peligro es constante, los dientes de las fieras están ensangrentadas de verdad y cuando vemos a Melanie Griffith con la cara aplastada bajo la garra de un león tenemos la certeza que esa es la herida que le hizo pasar por el quirófano.
Roar fue un fracaso comercial estrepitoso. Ni siquiera llegó a estrenarse en Estados Unidos. Los críticos comentaron que la película era el vídeo de vacaciones familiares más caro jamás rodado.
En 2015 El gran rugido (Roar) se estrenó por vez primera en Estados Unidos con la etiqueta de “película más peligrosa jamás rodada”.
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