Steven Spielberg es uno de los directores más prestigiosos de la historia del cine, un realizador acostumbrado al éxito tanto de crítica como de público, un mago del séptimo arte asentado en una zona de confort que le permite trabajar con la pausa y la serenidad que da el prestigio. Aunque este prestigio le lleve en demasiadas ocasiones a acomodarse, a no arriesgar, entregado a un cine demasiado pausado, sin ápice de la chispa y el ingenio del responsable de la maravillosa ‘La lista de Schindler’.
En ‘Lincoln’, Spielberg nos deja una película de una factura técnica impresionante, un minuncioso retrato de un complejo y conflictivo gran líder americano en la sociedad de 1865. Sin embargo se olvida de dotarlo de vida, la historia, salvo algunos momentos estelares, es demasiado larga y densa, convirtiendo una aparente gran historia en un largometraje de una duración excesiva.
En 1865, mientras la Guerra Civil Americana se acerca a su fin, el presidente Abraham Lincoln propone la instauración de una enmienda que prohíba la esclavitud en los Estados Unidos. Sin embargo esto presenta un gran dilema: si la paz llega antes de que se acepte la enmienda, el Sur tendrá poder para rechazarla y mantener la esclavitud; si la paz llega después, cientos de personas seguirán muriendo en el frente. En una carrera contrarreloj para conseguir los votos necesarios, Lincoln se enfrenta a la mayor crisis de conciencia de su vida.
Daniel Day-Lewis, Sally Field, Tommy Lee Jones, David Strathairn, Joseph Gordon-Levitt, James Spader, un reparto de auténtico lujo, un elenco que dota a la producción de una fuerza interpretativa que por desgracia no se plasma en su espesa trama, en una primera hora sin un ápice del entretenimiento que se le presupone a un arte tan dependiente de este.
Pasada la primera hora es cuando nos damos cuenta de que en la silla de mando se encuentra uno de los hombres más capacitados para sorprender, para resucitar la película más soporífera, pena que sea solo un destello, unos minutos de genialidad en un largometraje demasiado preocupado por aparentar la gran producción que se le adjudica. Un biopic incapaz de liberarse del estigma del género. Una película que no hace honor a uno de los personajes más importantes de la historia de la humanidad.
‘Lincoln’ es una cinta aceptable, un ejercicio cinematográfico recomendable pero demasiado alejado de lo que esperábamos. Estamos, quizás, ante la película más sobrevalorada de los últimos años.
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Ni puta idea. Iros a ver Die Hard 5.