Nada más leer la novela de Stephen Chbosky en la que se basa la película, y cuyo autor adapta y dirige para el cine, supe que iba a ser una cinta incomprendida por la generación de jóvenes actual. Cuando oí hablar del libro me enteré de que había sufrido algunos intentos de ser prohibido en Estados Unidos debido a los temas diversos que trata, pues encontramos el sexo, la homosexualidad, el suicidio, los abusos y un largo etcétera.
Este tipo de cuestiones polémicas llaman poderosamente mi atención, así que decidí comprarlo y leerlo. Creo que tardé dos días en leerlo, y fue cuando entendí donde podía estar el problema. ¿Por qué hay que prohibir determinados libros? ¿Acaso los padres americanos piensan que haciendo eso van a conseguir que sus hijos no se enteren de que los jóvenes de 15 años también pueden suicidarse o tener relaciones sexuales? Creo que este tipo de cosas son dignas de unos liberticidas, que además no sirven de nada, porque lo único que han conseguido ha sido un considerable aumento de ventas del libro.
Por otro lado, está el factor del público objetivo al que se supone que van dirigidas tanto la pelicula como el libro. Cualquiera diría que es típicamente juvenil, y de hecho lo es, pero yo no estaría tan seguro de que vaya a atraer a los chavales de 16 años, de hecho me sorprendió ver en la sala a varias parejas de adultos mayorcitos, y jóvenes adolescentes había más bien pocos. No es extraño, porque los protagonistas de esta historia no son unos adolescentes de esta era digital obsesionada con las redes sociales y con el alcohol. Son chicos para los que la música, el cine, los libros significan algo. Por supuesto que en la película hay fiestas y hormonas por doquier, pero también tienen otros intereses.
El protagonista, Charlie (Logan Lerman) es un chico bastante tímido al que le gustaría ser escritor en el futuro. Llega nuevo a un instituto y comienza a sufrir las típicas novatadas por parte de los «chicos populares», ese eufemismo que se utiliza para designar a los macarras nulos intelectualmente hablando. Entonces Charlie conoce a Patrick y Sam, quienes se convertirán en sus mejores amigos.
Hasta aquí, la cinta coincide bastante con el libro, aunque se ve que el autor ha decidido hacer alguna pequeña modificación con respecto al manuscrito. En primer lugar, no ha reflejado demasiado bien la buena relación que tiene Charlie con el profesor de literatura, Bill Anderson (interpretado en la película por Paul Rudd), pues en el libro incluso se ve que esa relación desemboca en una amistad, pues hay alguna ocasión en la que Anderson le invita a cenar con él y su esposa en casa. Pienso que esto no sería muy bien entendido por los jóvenes actuales para quienes el profesor no es más que un carcelero y alguien que no merece ningún tipo de respeto.
En líneas generales, el contenido de la película es bastante más light de lo que es en el libro, pues no se ve alguna escena de sexo explícito que hay en el texto, aunque sí que está muy bien reflejado el particular infierno que vive Patrick por el hecho de ser homosexual, y estar saliendo en secreto con el quaterback del equipo de fútbol del instituto.
Hay dos momentos clave en esta cinta: el primero es cuando Sam, la chica interpretada por la genial Emma Watson hace un brindis por Charlie diciendole: «Ves las cosas y las entiendes. Bienvenido al club de los marginados». Aquí, los protagonistas se presentan definitivamente como marginados porque no solo quieren fiestas y ligar, quieren comprender el mundo que les rodea para encontrar su sitio en él. Es comprensible que este tipo de mensaje no cale en una generación como la actual. Afortunadamente no todos son así, y conozco a gente de mi edad que marca la diferencia. Sin embargo, hay una cantidad de chavales considerable, que se refugian en el alcohol como medio de escape de sus propios problemas, y no es que lo diga yo, lo dicen numerosas encuestas. Y no solo el alcohol, también las drogas.
Y esto me permite enlazar con el segundo momento importante de la cinta, en el que Patrick habla con Charlie y le dice: «Nunca me imaginé que mi vida sería una película juvenil educativa». La pena es que no todos sabrán apreciar esto. Solo me queda decir que es una de las películas más encantadoras y simpáticas que he visto últimamente, y recomiendo a todos que vayan a verla, que se aparten por un momento del resto de la cartelera, porque realmente merece la pena.
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