El octogenario director de cine Jaime de Armiñan recibió ayer el Goya de Honor a toda una carrera dedicada al cine.
Tras más de sesenta años dedicados al séptimo arte, Jaime de Armiñán dedicó su Goya de Honor a todos los nominados en la 28 edición de los Premios Goya:
«Os deseo un enorme éxito dónde además de premios, también sea de dinero, de alegrías y de mucho amor».
«Ahora mismo me gustaría dar una vuelta al ruedo, con una de las canciones de Juncal sonando como música de fondo».
El director ha derrochado simpatía con el público y ha sido muy aplaudido en la grada puesto en pie con su Goya de Honor, tras repasar algunas de sus películas más emblemáticas, en un montaje muy divertido salpicado de risas y de muchos besos.
«Cuando me llamó el presidente de la academia Enrique González Macho para decirme lo del Goya de Honor pensé: le voy a decir que ya está bien, que ya era hora de que me lo dieran, pero finalmente no se lo dije».
El director de Mi querida señorita aseguró que, a pesar de sus orígenes de familia de artistas, no le gustan los saraos, ni las sesiones de fotos, pero que estaba muy contento y orgulloso por todo lo que habían dicho de él. Además Jaime de Armiñán confirmó que estuvo toda la noche sin dormir por la emoción de recibir el premio.
Tras la entrega del Goya de Honor, Enrique González Macho destacó especialmente de su cine su sentido del humor, amable y la fluidez de los diálogos de algunas de sus películas.
El presidente sorprendió a todos al pedir a la consejera de cultura de la Comunidad de Madrid, Ana Isabel Mariño, presente en la sala, una ayuda económica para el único español nominado a los Óscar, Esteban Crespo, para que pueda acudir a la ceremonia de Los Ángeles de la manera más decente posible.